El abstencionismo indepe saca pecho y manda un aviso a Puigdemont y Junqueras
Muchas figuras de diferentes ideologías coinciden en algo: el independentismo no está muerto, sino escondido
Bernat Dedéu es una de las voces más autorizadas de la corriente indepe que defiende la abstención. Se trata de un nacionalismo antiprocesista que ve en Junts y ERC la traición al referéndum del 2017.
Desde entonces, esta movilización del descontento se ha convertido, aunque silente, en un actor político más. Hasta el punto de que el expresidente Puigdemont se refirió a él en algunas de las entrevistas que dio en campaña. Por motivos evidentes, el abstencionismo es una opción política que no gusta nada a lo que el propio Dedéu llama “partitocracia procesista”.
El alcalde Albiol piensa lo mismo
En su última columna en El Nacional, “Aquí no se acaba nada”, Dedéu empieza por situar el balón con un dato. En el referéndum del 2017 y en las ulteriores elecciones autonómicas convocadas por el expresidente Rajoy votaron una cantidad de gente prácticamente idéntica. Es decir, que había una continuidad clara. En el 12M, en cambio, el procesismo se ha dejado por el camino alrededor de 835.000 votos.
“Todos estos partidos[procesistas]tienen una cosa en común: creen que este desastre no tiene nada que ver con su acción política”, concluye el autor. La falta de autocrítica y de sentido estratégico explica el desengaño del votante nacionalista, que tiene su reflejo en la abstención. Algo con lo que está de acuerdo el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, que analizaba la situación de esta manera:
¿Y qué pasará con el abstencionismo?
Lo que ha habido, pues, es una victoria del abstencionismo, que se traduce en el espejismo de que el independentismo ha muerto. Como señala el propio Dedéu, el caso de Puigdemont es revelador porque toda la retórica de 'que vuelve el presidente en el exilio' no ha tenido fuerza para desengañar a sus votantes.
“Los números vuelven a ser especialmente relevantes en el caso de Puigdemont", señala Dedéu, "quien había anticipado un retorno estelar en el territorio como único lema de campaña y que - si cogemos el 2017 como brújula - ha perdido 273.337 votos por el camino del exilio”.
Después, está el caso de ERC, que ha sido el más perjudicado por la combinación de abstencionismo, su mala gestión y su cierta proximidad ideológica al PSC. Por el momento, Pere Aragonès ha sido el único que ha asumido algo de responsabilidad. Oriol Junqueras, en cambio, no solo no asume responsabilidades, sino que se postula para pilotar el barco.
Finalmente, el asunto más interesante es la pregunta de cómo será la eventual traducción política de este abstencionismo que no ha dejado de castigar a los procesistas. “El poder del abstencionismo todavía es amorfo, plural y difícil de patrimonializar; pero esta es, hoy por hoy, su principal virtud. Si no se puede apoderar nadie de él, tampoco es posible que lo acaben pervirtiendo”, concluye Bernat Dedéu.
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