
Torre-Pacheco: se rompió el país
Los vecinos de Torre-Pacheco se han encontrado indefensos, totalmente desprotegidos y además calumniados

La prensa de izquierdas está presentando los disturbios en Torre-Pacheco como un escenario en el que la ultraderecha, por puro capricho, se lanza a la "caza del inmigrante" en un pequeño pueblo de Murcia escogido al azar. La gente que se informa a través de La Sexta o El País debe de estar sorprendida, preguntándose por qué de repente todos los vecinos de una pequeña localidad se vuelven nazis, como si hubiera algún veneno en el agua potable.
Se suma a todo ello la actitud de las fuerzas de seguridad, que han acudido a Torre-Pacheco desprovistos de aquella furia gaseadora con la que reprimían a los manifestantes en Ferraz. Hemos visto vídeos de hordas de magrebís armados, incendiando contenedores, montando barricadas, ante la mirada inoperante de los antidisturbios.

Para analizar la situación, hay que ir a lo básico. El Estado, en principio, tiene el deber de garantizar la seguridad de los ciudadanos. Si hace dejación de sus funciones, ese vacío alguien lo va a llenar. Cuando el Estado lo que hace es promover la llegada de delincuentes, premiar al reincidente, islamizar los barrios, premiar con ayudas sociales a los maleantes y dar charlas en las escuelas sobre feminismo islámico, el ciudadano tiene derecho a la legítima defensa.
No se trata de cazar a nadie ni de promover altercados por deporte. Es un caso sencillísimo de legítima defensa. Este cronista vive en Mallorca, donde hay comunidades extranjeras de todos los tipos y colores. ¿Los noruegos no se dedican a la violación y el pillaje? Claro, porque tienen un alto poder adquisitivo, nos responden los periodistas progres.
Bien, pero entonces ¿qué pasa con la comunidad sij, la comunidad ucraniana, la comunidad polaca o la comunidad filipina? ¿Por qué nunca aparecen en la sección de sucesos? O empezamos a decir alto y claro que hay culturas incompatibles con nuestros valores o nos vamos a la mierda a velocidad acelerada. Si Occidente se construyó contra el Islam no es por casualidad ni por detalles coyunturales: se trata del rasgo definitorio del fundamento de la civilización europea.
Entre los países musulmanes, solo han prosperado, en los últimos 500 años, aquellos que han encontrado petróleo. Y aun así, incluso en esos casos, no han producido más que monarquías tiránicas donde se niegan los derechos a las mujeres y se castiga la blasfemia con pena de muerte. Ni un solo país musulmán ha producido un sistema con las mínimas libertades individuales ni el mínimo espacio para la disensión. Ni uno solo en una trayectoria de siglos.

Puede que el Islam sea una religión (la más bárbara e inhumana de todas), pero actualmente funciona como una ideología expansionista dirigida a destruir los fundamentos de la civilización que heredamos de Jerusalén, Atenas y Roma. La famosa "tolerancia religiosa" está siendo un coladero por la que estamos perdiendo la cohesión del país. Solo deberían ser toleradas aquellas prácticas religiosas que respeten los derechos básicos de las personas: el resto deben ser erradicadas. ¿Prohibir el Islam? Mañana mismo, a no ser que se convierta, por un milagro, en la antítesis de lo que ha venido siendo desde su aparición.
Ni los vecinos del Raval o de Ripoll son fascistas, ni los de Alcalá de Henares o Torre-Pacheco se han transformado en nazis de la noche a la mañana. Son personas que pagan sus impuestos y cumplen con sus deberes y no quieren ser apaleadas, robadas o ver como a sus hijas las violan de manera impune. Son gente de cada día que se ha encontrado indefensa, totalmente desprotegida y además calumniada desde el mainstream mediático. Esta situación, en las condiciones actuales, solo va a agravarse con cada día que pase. Y la culpa no será de los vecinos.
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