Dos hombres con traje conversando frente a un fondo rosa con detalles gráficos en negro
OPINIÓN

La tolerancia a la corrupción según Rufián

Con un lenguaje calmado y a ratos enfadado, Gabriel Rufián se erigió en el Congreso como el principal baluarte del PSOE

3 listos y cuatro comisiones. Este es el baremo de Gabriel Rufián para tolerar la corrupción. O, más bien, si los corruptos son de la izquierda política y se han corrompido mientras formaban parte de un gobierno del PSOE con el cual él vive y ha vivido especialmente bien.

El tono y las formas del portavoz de ERC en el Congreso, la cara visible de un partido que puede presumir de ser especialmente limpio en materia de corrupción, dejaron mucho que desear en su réplica a Pedro Sánchez en el pleno para dirimir responsabilidades por la trama corrupta en torno al PSOE.

Con la excusa de que es mejor que roben a que gobierne la derecha, por lo tanto, dejar de tener pase VIP en la zona reservada por el Gobierno en el Congreso de los Diputados y pasearse como un socialista más por el Palacio de la Moncloa, Rufián evidenció que a cierta izquierda caviar le interesa más la silla que el país.

Hombre con barba y cabello oscuro vestido con traje gris y corbata oscura hablando en un podio en un recinto parlamentario

Gabriel Rufián, que en algunos momentos de su intervención, parecía el portavoz de los socialistas en el parlamento español, perdió una oportunidad magnífica para hacer bandera de la honestidad de Esquerra Republicana durante sus 94 años de historia de servicio a Cataluña.

Sorprende ver a un dirigente político independentista insistir tanto en mantener el status quo de uno de los partidos con más manchas, tanto por la corrupción como por la vulneración de derechos, del Estado. Gabriel Rufián se ha decantado por ser cómplice de un PSOE cada vez más acabado y que se dirige hacia el abismo.

La pregunta que se hace uno, viendo esto, es si tiene la intención de llevar también a su partido hacia este mismo precipicio, solo por seguir teniendo el poder y la influencia que, de otra forma, nunca habría tenido. Con todo lo que esto supone para unas siglas, las de ERC, que son mucho más que un simple diputado temporal.

Cuando salgan más informes de la UCO, las auténticas prórrogas que tiene Sánchez hoy en día para mantenerse en el poder, veremos cómo se las arregla Gabriel Rufián para cortar de raíz, como dijo. Para retirar la confianza al PSOE y hacerle convocar elecciones, como presumió.

De todas las intervenciones en el pleno de este miércoles, particularmente las de los socios de Sánchez, la de Rufián fue la que más sorprendió -para mal-. Con un lenguaje calmado, subiendo los decibelios de tanto en tanto, para hacerse el enfadado, el portavoz de ERC se erigió en el principal baluarte del PSOE.

De hecho, y solo hace falta volver a escuchar su discurso desde la tribuna de oradores, Gabriel Rufián fue más duro contra el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que contra el partido desde el cual se han corrompido Ábalos, Cerdán y Koldo. O contra el presidente del Gobierno que los eligió como hombres de su confianza. Ya he dicho antes, como si él fuera el auténtico portavoz del PSOE.

Hombre de cabello corto y canoso con traje oscuro y corbata, sonriendo mientras habla en un micrófono en un entorno elegante y formal

Si ERC quiere recuperar la credibilidad que tiene con la lucha contra la corrupción, si no quiere destrozar 94 años de historia haciendo las cosas bien, debe urgir a Rufián a dar un giro discursivo. A parecerse más a Junts, el PNV o Coalición Canaria, incluso Bildu, tanto en el tono como en las formas, que al BNG o Sumar.

Esquerra no puede seguir siendo la muleta del PSOE como si nada. Por el deseo único de un hombre, sin mucho oficio ni beneficio, que solo busca una salida profesional ostentosa, fuera de Cataluña, para cuando salga de la política. No lo merecen las siglas de ERC, ni sus votantes ni los catalanes a los que representa -o debería representar-.

La situación del PSOE es cada vez más agónica. Lo que vamos conociendo, día tras día, vomitivo. Y quien, de forma directa o indirecta, facilita que los que lo han permitido sigan mandando, es cómplice de tolerar unos niveles de corrupción que España no se puede permitir.

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