OPINIÓN

¿Quién se comió a los humanos de la Sima de los Huesos?

La mitad de los restos humanos de la Sima de los Huesos presentaban mordidas, especialmente en fémures, pelvis y extremidades

Una nueva paradoja surgió en la Sima de los Huesos (SH) cuando se estudió la tipología de las mordeduras en los huesos humanos. El 50% de los restos humanos en la SH presentan mordeduras, especialmente en fémures, pelvis y extremidades. Véanse los ya mencionados artículos de Andrews y Fernández-Jalvo. Aunque cabe añadir un trabajo del propio equipo de Atapuerca, y del Quaternary Science Reviews de 2014, que indicaba lo mismo, pero con una frecuencia infinitamente menor de mordeduras al no utilizar los huesos más pequeños, es decir, ocultando los datos.

Independientemente de la disparidad de resultados, hubo una clara actividad carnívora sobre los humanos de SH, concentrada principalmente en fémures, pelvis, tibias y húmeros. Para los defensores del entierro funerario, fueron los mismos osos los que roían a los humanos, pero para Andrews y Fernández-Jalvo fueron felinos y cánidos. Gracias a un estudio minucioso del diámetro de raspaduras y perforaciones en los huesos humanos, estos autores protagonizaron todo un CSI. Este análisis mostró un orden claro de acceso a los cadáveres humanos por parte de diferentes carnívoros.

Una persona usando un cepillo para limpiar cuidadosamente un área de excavación arqueológica.

Así lo demostraron con el tamaño y la distribución de las marcas de caninos y molares. Las pelvis y vértebras lumbares presentan grandes marcas pertenecientes a un gran depredador, mientras que las tibias, húmeros y radios tienen marcas muy pequeñas, producto de pequeños carroñeros. Además, las marcas de masticación de los pequeños carnívoros eran mínimas en las pelvis.

En su conjunto, todas las mordeduras seguían una secuencia típica de mayor a menor abundancia de carne. Es decir, un gran carnívoro tuvo un primer acceso a las piezas con más carne, como pelvis y fémures, quedando el resto para carnívoros menores. Esto resultó consistente con la acción de un gran felino primero y el acceso posterior de cánidos. Todos estos carnívoros produjeron una primera asociación ósea con un alto porcentaje de extremidades.

A pesar de lo anterior, los defensores del entierro funerario insistieron en que fueron los osos que hibernaban en la cueva los que roían los restos humanos, pero el patrón característico de los extremos redondeados sobre las articulaciones infligido por los úrsidos no estaba presente en la asociación fósil de SH.

Por otro lado, los úrsidos predominan en los niveles superiores del afloramiento (Unidad DL.-7), mientras que los humanos se acumularon en los niveles inferiores (Unidad DL.-6). Además, hay marcas de mordeduras de úrsidos en úrsidos, pero no hay mordeduras de felinos o cánidos sobre los plantígrados. Es decir, úrsidos y humanos sufrieron diferentes procesos de mordedura y se depositaron en momentos muy distintos.

De todas maneras, Arsuaga y otros no aceptaron los trabajos de Andrews y Fernández-Jalvo, intentando minimizar la actividad de los carnívoros sobre los humanos en SH. En cierta manera, esto fue para no invalidar su entierro intencionado en Atapuerca con un subterfugio. Estos autores aplicaron un método diferente de descripción que reducía la proporción de huesos con mordeduras.

Arsuaga solo investigó aquellos que proporcionaban información clara y relevante, como los huesos largos y planos, pero desestimó todos los pequeños. Así se explicaba que ambos trabajos dieran porcentajes diferentes de mordeduras. Arsuaga trabajó con un número menor de huesos que Andrews y Fernández. Arsuaga hizo trampa.

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