Hombre de cabello canoso con expresión seria en primer plano y una bandera arcoíris con la palabra homokomando ondeando al fondo sobre un fondo rosa con detalles gráficos.
OPINIÓN

Todos a Budapest

La opresión que denuncia el colectivo LGTBI es el caso de opresión más curioso nunca visto en el mundo

Imagen del Blog de Octavio Cortés

¿En que consiste la opresión que sufre el colectivo LGTBI? En ser respaldado por todas las instituciones, todas las grandes corporaciones, todos los partidos políticos; en que su bandera presida los espacios públicos y sus doctrinas se enseñen en los colegios. Es el caso de opresión más curioso nunca visto.

En algún momento, si el sentido común imperara, deberían decir "de acuerdo, hemos ganado, podemos dejar ya a la gente en paz con nuestras monsergas". Pero el problema de la lógica marxista es que o bien se es oprimido, o bien se es opresor, no hay solución intermedia, de modo que, aunque se alzaran con el Gobierno Mundial, tendrían que seguir victimizándose.

Estos días se han celebrado las fiestas del Orgullo 2025, llenando nuestras calles de vulgaridad obscena, exhibicionismo rancio y ministras histéricas. La buena noticia de este año es que las primeras espadas del wokismohan marchado a Budapest para hacer frente a la malvada ultraderecha: Ernest Urtasun, Irene Montero, Yolanda Díaz. La mala noticia es que seguramente han regresado ya a estas horas.

Desde que Wagensberg y Colau se fueron a Gaza a recoger aceitunas (no es broma, querido lector, revise la hemeroteca) no habíamos visto expedición woke tan ridícula. Es verdad que estas personas, al no trabajar, tienen que estar entretenidas en algo, pero llama la atención que escojan un país de la UE, perfectamente civilizado, y no Marruecos, o Irán, o Arabia Saudí. De hecho, nadie podrá encontrar una sola declaración de estos aguerridos apóstoles woke acerca de la condición de los homosexuales en los países musulmanes, ni una sola. ¿Por qué será?

Qué bien se viaja con el dinero de los contribuyentes, qué bonito es andar molestando a los húngaros mientras nuestro país se hunde minuto a minuto. Si estas luminarias del progresismo tuvieran que pagarse los viajes de su bolsillo, no irían ni al estanco a comprar tabaco. Han estado gritando consignas en la hermosa lengua magiar, luciendo guirnaldas multicolores y haciendo el ridículo cada uno a su manera. Irene Montero ha filmado sus habituales videos nauseabundos riñendo al universo, Yolanda Díaz ha conseguido (por pura casualidad) hilvanar sujeto y predicado, Ernest Urtasun ha aparecido con su aspecto de profesor de instituto que pasaba por allí.

El malvado Orbán, que no es precisamente tonto, no ha querido retenerlos ni un minuto. Si Irene Montero ya es insufrible en libertad, cómo sería en un calabozo. Hay que decir que también se ha visto por allí al responsable LGTBI del PSOE, un chico que se dedicaba a la natación y cuyo nombre nadie recuerda. Incluso la añorada Tania Verge se ha hecho fotos en la capital húngara. La hoguera de las vanidades, las cimas infinitas de la estupidez.

¿Y don Alberto, qué ha estado haciendo don Alberto Núñez Feijóo? Se ha dedicado a publicar posts con los colores del arco iris y llamadas al amor, para seguir manteniendo su nivel intelectual y ético a la altura de la mosca de la fruta. Que Feijóo adoctrine a la población acerca del amor, esto no lo vimos venir. Como amante, como Romeo, como galán de alcoba, el rendimiento de don Alberto debe de ser, más o menos, el de una faja ortopédica. Ignoramos si este verano se va a dedicar a temas de consultorio emocional (al estilo de la añorada Elena Francis) o de sexología progre, por ejemplo con una sección en la revista Cosmpolitan, con trucos de centro reformista para el masaje prostático. Visto lo visto, no se puede descartar.

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