Primer plano de un hombre con expresión seria en blanco y negro sobre un fondo colorido que muestra a varios líderes mundiales posando en un evento de la OTAN con el logotipo del 75 aniversario
OPINIÓN

Sánchez ya no enamora al mundo

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que Pedro Sánchez recibía elogios y muchos lo consideraban un genio

Había un tiempo no muy lejano, por allá la pandemia, en el que Pedro Sánchez enamoraba al mundo. No me pregunten por qué. De hecho, en muchos viajes internacionales, los periodistas que lo acompañábamos nos hacíamos esta misma pregunta, cada vez que algún colega internacional nos hablaba de él como si fuera un genio.

En aquellos años, con la mayoría de países en shock por lo que había supuesto la Covid-19, Sánchez logró un liderazgo inédito en la historia de España tanto en el ámbito europeo como en el internacional. Convertido prácticamente en la principal referencia de la socialdemocracia, en pleno auge de la extrema derecha en todo el mundo, el jefe del ejecutivo español supo encontrar un hueco donde hacerse escuchar y respetar.

Los fondos europeos, que ayudaron a muchas economías de la zona euro a recuperarse de la pandemia y la excepción ibérica para abaratar el costo de la energía en España, fueron dos de las principales cosas que logró en el ámbito de la UE. Nunca un presidente español había logrado doblegar a los países frugales -caracterizados por la austeridad-, gracias, en parte, a su buena sintonía con la presidenta comunitaria, Ursula von der Leyen.

Plano medio de Pedro Sánchez en un mitin en Catalunya, con camisa azul y con los dos brazos y manos hacia adelante saludando

Si miramos más allá de nuestras fronteras, hay que recordar la mítica foto en la cumbre del G-20 de Bali, con un Sánchez rodeado de líderes internacionales, con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, escuchando con atención las palabras del jefe del Ejecutivo español. Entonces, él se alzaba como uno de los principales apoyos al gobierno ucraniano de Volodimir Zelenski, tras la invasión rusa de Ucrania.

Pero el mundo, desde entonces, ha cambiado mucho. Como también han cambiado las ideas o principios de Pedro Sánchez, algo muy habitual en el caso del mandatario español. Lo ha hecho, internamente, por las presiones de los partidos independentistas para mantenerse en el poder. Y lo ha hecho, a escala internacional, por las presiones de socios como Podemos o Sumar, o por los intereses económicos del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que marca, sin ningún disimulo, la agenda diplomática española.

Hoy Joe Biden ya no pinta nada en la geopolítica mundial. Y la relación de Sánchez con Donald Trump, que nunca ha sido buena, se ha convertido ahora en un pulso de David contra Goliat, con el líder del PSOE con más papeletas para perder la partida -y, de rebote, perjudicar los intereses de millones de españoles y de empresas con intereses en los EE.UU.-.

Como Biden, la guerra de Ucrania ha pasado a un tenso segundo plano, tras el estallido del conflicto entre Hamás e Israel que ha convertido Gaza en un auténtico infierno. Aquí, en contra de la mayor parte de la comunidad internacional, Sánchez se ha aliado con un Estado palestino que, aparte de España, prácticamente ningún otro gran país de la UE ha querido reconocer. Y no solo eso, como con Trump, también ha optado por plantar cara a un aliado tradicional como Benjamín Netanyahu.

Hombre de cabello corto y canoso con traje azul y corbata mirando hacia abajo sobre un fondo rojo

El último desaire de Pedro Sánchez ha sido con la OTAN. Y de nuevo con Trump como coprotagonista. El presidente español, estos últimos días, dijo públicamente que no cumpliría lo que había firmado días antes con los líderes de la Alianza Atlántica. Haciendo, como muy bien sabe hacer, un discurso para vender a su parroquia en España mientras, dentro de la reunión, asume lo que le toca asumir. Pero haciendo enfadar por el medio al presidente de los Estados Unidos, que amenaza a nuestro país con represalias.

Hoy, a los periodistas que seguimos a Pedro Sánchez por España y por el mundo, ya no nos hablan de la astucia del presidente del Gobierno. Donde antes había elogios, ahora hay muchas críticas. Y donde antes había preguntas con cierta admiración, ahora hay interrogantes de cómo ha podido cambiar tanto una persona a la que, hace solo dos años, algunos situaban al frente de la Unión Europea o incluso de la OTAN.

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