
Hablemos de sexo con los adolescentes
Hablar de sexo en el aula es necesario, útil y formativo si se hace desde el respeto y el conocimiento
Llegados al bachillerato, ciclos y demás, existe un argumento que puede crear un vínculo muy poderoso entre instructor y alumnos, el ánimo. Los bachilleres y a los alumnos de ciclos, por ejemplo, agradecen a lo sumo que se les felicite por continuar formándose voluntariamente, pero ostenta mayor interés un tema tabú, el sexo.
Durante la adolescencia explota la libídine y con ello hay que comprender algo biológico en nuestra especie, y es que los humanos somos hipersexuales, es decir, amamos más al sexo de lo que nos imaginamos. Así cabe contárselo a los adolescentes, claro está que con el enfado de algún padre recatado. En las tutorías de la ESO cabe analizar las siguientes facetas y luego dejar que los alumnos saquen sus propias conclusiones.

Como escribía Desmond Morris, somos monos desnudos, y es que nuestra piel está dotada de infinitud de puntos muy sensibles y orógenos. Pezones, labios bucales, labios vaginales, cuello, orejas, clítoris, glande, escroto, ano y demás zonas, despiertan una inmensa literatura parda entre todos nosotros.
Añadamos que la insinuación a distancia existe de manera física y olorosa. Los pechos femeninos no están hinchados de leche, están hinchados de grasa para darles la forma redonda y turgente que todo hombre, disimuladamente o no, otea. De igual forma, las nalgas femeninas también acumulan grasas para embellecer y reclamar la mirada furtiva de los machitos.
Pero no solo de formas se reviste el sexo, también de olores corporales en axilas y pubis. Estos emiten almizcle para potenciar la excitación sexual. En muchos perfumes se añade tal producto para agradar más al consumidor y a quienes desee atraer, ¿o nos perfumamos para las moscas?
Existen más rasgos que nos alejan del resto de animales. El sexo humano resulta algo muy peculiar, singular y exclusivo. Así pues, y en el juego amoroso, los toqueteos de la piel son fundamentales en algo que ningún otro vertebrado posee, una precópula muy larga.
El juego y la insinuación a través de nuestra piel ocupa a menudo su tiempo en nuestra especie con largas estimulaciones antes de la masturbación o de la penetración. La variedad de posturas y prácticas sexuales en los humanos roza el infinito. Y a diferencia de nuestros congéneres, también el orgasmo en nosotros es distinto, muy largo e intenso, infinitamente más que muchos mamíferos próximos. Los monos penetran y la sacan en fracción de segundos.

Pero lo que más nos distancia del resto de animales es que no tenemos celo estacional marcado. Cuando las mujeres ovulan, los machos no lo saben. Sin estro que las delate se puede hacer el amor durante todo el año, y, por tanto, el sexo en nuestra especie no está atado solo a la reproducción, sino a dos cosas más, al placer y al amor, o dicho de otro modo, a la mejora de los vínculos de pareja.
En resumen, podríamos decir que la mayoría de los vertebrados practican el sexo solo para la reproducción, pero los humanos lo practicamos también por placer y para reforzar los nexos personales. Todo ello es algo normal, natural y lícito, ya que así nos diseñó la evolución biológica.
Por tanto, hablar de sexo con los adolescentes debería ser algo normal, natural y lícito. Así se les trata como adultos. Los humanos somos sexualmente muy especiales, somos hipersexuales, es decir, nos encanta eso del coito y el orgasmo más que a ningún orga-nismo del planeta.
Insisto, poseemos el precoito, coito y orgasmos más largos de toda la fauna de la tierra. Ante tal alarde de placer es innegable nuestra apetencia natural por el sexo, juntamente con la existencia de la homosexualidad, la bisexualidad y otras prácticas.
Por desgracia, y ante la hipersexualidad humana, muchas culturas la han intentado reprimir bajo terribles consecuencias como la ablación, la homofobia y el religioso pederasta. Si Dios nos hizo así, fue a su semejanza. Saque ahora sus conclusiones.

Pero ante la primera relación cabe que los adolescentes tengan claras tres premisas. Primero saber qué vas a hacer con buena información, a mejor conocimientos, mejor toma de decisiones. Segundo, como lo vas a hacer para evitar riesgos innecesarios. Y tercero y último, con quién lo vas a hacer para tener claro si será por placer, atracción o amor compartidos.
La edad del coito la pone el alumno bien informado y no el ignorante descuidado. Pero todo lo anterior no se puede impartir sin un buen trabajo previo con los alumnos. Ir tan al grano implicaría reventar su acné y mancharnos todos juntos. Debe haber una hora precedente que mentalice seriamente a los púberes.
Primero cabe avisar a los alumnos que se van a reír mucho al principio. Solo mencionar la palabra sexo ya provoca las hilaridades de algunos al ser algo muy íntimo que pone nervioso a más de uno. La reacción natural de los humanos ante una tensión interna por nervios e intimidad es la carcajada, y de hecho, el humor, se basa en ello, en crear una situación absurda que se resuelve de manera inesperada.
Nuestro cerebro en ello sufre una contradicción y cuando aparece el desenlace entre lo lógico y lo ilógico, descarga la tensión en forma de sonrisa. Analice la mayoría de los chistes y se dará cuenta de ello.

Explicado esto a los alumnos, y a la segunda clase, el nivel de carcajadas disminuye considerablemente, ya que la tensión es menor y el grado de novedad también. A la tercera se hablaba sin pudor de las posturas sexuales, de sus riesgos, de sus placeres y de todos los métodos anticonceptivos, de los puntos G, U, clítoris, ano, oreja, cuello, labios bucales, labios vaginales y todos los tacos que conllevaban y sus equivalentes vocablos cultos como cunnilingus o felación que algunos desconocen.
Aún sin estar de moda reprimir el sexo, tampoco hay que alentarlo sin control entre los adolescentes. Hablar de sexo en el aula resulta algo fascinante pero muy peligroso. Ellos deben encontrar el momento en su madurez, que amando a alguien mejor, pero que si lo hacen por placer resulta muy digno y natural.
Al fin y al cabo, deben saber hacer el amor, sus relaciones de pareja pueden depender de ello. De todas formas, y en ciencias experimentales, no se harán prácticas en el laboratorio, no tema.
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