Sexo y poder en la monarquía española
El poder, sin duda, sirve como elemento de atracción y ofrece una herramienta perfecta de seducción
En este mundo digital en el que vivimos, en el que los medios viven de atraer a los lectores ante la interminable oferta y la habilidad de mover el dedo que hemos desarrollado los seres humanos, la palabra sexo genera siempre un momento de atención. Créanme si les digo que ese no es el objetivo del artículo que les propongo hoy, aunque sí que me servirá para confirmar o no mi teoría sobre el poder de atracción del sustantivo.
Si he conseguido despertar su curiosidad, sea bienvenido a este rincón. Ahora bien, debo confesarle que, si es usted un panegirista de tórridas aventuras de las que leían los de mi generación en “Las cartas privadas de Pen”, me temo que voy a defraudarle.
La influencia del sexo en la historia de la monarquía española ha sido un factor constante, como en todas las demás, que en eso tampoco somos tan especiales. Los instintos nacen en el cerebro y se consolidan en la anatomía inferior al ombligo. El sexo consigue que hagamos locuras, que no ponderemos las consecuencias y que nos dejemos llevar ante una sensación que nos recuerda que, antes que seres especiales que leen libros de autoayuda, somos, sobre todo, animales.
Las pasiones amorosas son cosa de ricos y pobres, de nobles y plebeyos, de reyes y cortesanos. La diferencia entre unos y otros es el poder, que sirve como elemento de atracción y que ofrece una herramienta perfecta de seducción para quien lo ostenta.
Los reyes son también seres humanos, con sus virtudes y defectos. Hasta hace relativamente poco, sus matrimonios eran por conveniencia, por lo que se les negaba la posibilidad de casarse por amor. En cualquier caso, la mayoría de ellos no renunció a las relaciones extramatrimoniales que se veían como algo perfectamente normal.
Las aventuras amorosas han afectado no solo la vida privada de los reyes y reinas, sino también el curso de los acontecimientos políticos y sociales del país.
Tanto monta, monta tanto
El matrimonio entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón es perfectamente citable para demostrar que las relaciones personales y sexuales de los monarcas podían tener repercusiones profundas en el destino de la Corona. Aunque la unión fue principalmente una alianza política, destinada a unificar los reinos de Castilla y Aragón, su relación personal gozó de gran fortaleza, lo que les permitió formar un frente común tanto en la política interna como externa.
No obstante, incluso en este matrimonio tan emblemático, la sexualidad de los monarcas jugó un papel crucial. Fernando, conocido por sus numerosos amoríos, tuvo varios hijos ilegítimos. Aunque Isabel mantuvo una imagen de reina devota y moralmente intachable, no se puede ignorar que la estabilidad de su matrimonio dependía en parte de su capacidad para producir herederos legítimos, lo que se tradujo en la consolidación de una dinastía que cambiaría la historia de España y del mundo. Los Reyes Católicos tuvieron cinco hijos, entre ellos, la que se convertiría en la reina Juana I de Castilla, cuya turbulenta vida amorosa también dejaría su huella en la historia de la monarquía.
Juana y Felipe, pasión o interés
Sin duda este es uno de los episodios más trágicos y cargados de pasión en la historia de la monarquía española. El matrimonio de Juana con Felipe el Hermoso fue inicialmente una historia de amor apasionada. Se dice que Juana estaba profundamente enamorada de su esposo, pero la relación pronto se vio marcada por los celos y la inestabilidad emocional.
La imagen de Felipe ha llegado a nosotros como un hombre famoso por su belleza y su atractivo sexual. Lo cierto es que, viendo alguno de sus retratos, no puedo decir que me parezca un tipo guapo, pero soy un hombre y lo de calificar la belleza masculina se nos da igual de bien que diferenciar los colores con apellido. Lo que si es cierto es que tuvo varias amantes, lo que exacerbó los celos de Juana y contribuyó a su progresivo deterioro mental (según la historia oficial, perfectamente difundida por los románticos del XIX). Aunque algunos historiadores debaten sobre la verdadera naturaleza de la "locura" de Juana, está claro que su intensa relación con Felipe y las traiciones amorosas que sufrió jugaron un papel en su inestabilidad.
La influencia del matrimonio y la vida amorosa de Juana en la política fue igualmente significativa. Durante años, Juana fue apartada del poder por su padre, Fernando el Católico, y posteriormente por su hijo, Carlos V, quien la mantuvo confinada. Aunque oficialmente fue reina de Castilla, nunca ejerció el poder, lo que demuestra cómo la percepción de su salud mental y su inestabilidad emocional, en parte derivada de su relación con Felipe, afectaron el curso de la política en España.
Los Asturias y el fin de su dinastía
Uno de los aspectos más controvertidos de la monarquía española es la práctica de los matrimonios consanguíneos, especialmente entre los miembros de la dinastía de los Habsburgo. Esta familia, que gobernó España entre 1516 y 1700, practicó repetidamente el matrimonio entre parientes cercanos en un intento por preservar la pureza de su linaje, consiguió que la monarquía hispana fuera la más poderosa del mundo durante décadas. Sin embargo, estas prácticas de incesto dinástico tuvieron consecuencias desastrosas para la salud física y mental de sus descendientes.
El ejemplo más claro de los efectos negativos de esta política es Carlos II, el último rey de la dinastía de los Habsburgo en España, conocido como "El Hechizado". Carlos nació con numerosas deformidades físicas y mentales, producto de generaciones de matrimonios consanguíneos. No solo era incapaz de gobernar eficazmente, sino que también fue incapaz de engendrar un heredero, lo que condujo a una crisis sucesoria que marcó el final de la dinastía y el comienzo de la Guerra de Sucesión Española. Hoy, que se celebra el 11 de septiembre, conviene recordar que no habría tenido lugar tal evento si los “Felipes” hubieran tenido matrimonios morganáticos. Al final, la historia se resume, muchas veces, en pequeños detalles.
El incesto, practicado con el fin de preservar el poder y el control sobre los territorios, paradójicamente llevó a la decadencia de la dinastía. La vida sexual de los Habsburgo, y en particular su obsesión con mantener el linaje "puro", no solo afectó la vida de sus miembros, sino que tuvo consecuencias políticas de gran envergadura, precipitando el fin de su reinado en España y llegando a ser la principal consecuencia de una guerra europea de carácter dinástico.
Felipe IV, el rey feliz
Conocido por su vigor sexual, Felipe IV tuvo numerosas amantes y una vasta prole de hijos ilegítimos, lo que añadió una capa de complejidad a la política de la corte.
Entre sus amantes más conocidas se encontraba María Calderón, una famosa actriz madrileña, conocida como "La Calderona". María no solo fue una amante del rey, sino también una figura influyente en la corte. El hijo que tuvo con Felipe, Juan José de Austria, llegó a desempeñar un papel destacado en la política española, participando en varias campañas militares y en las intrigas palaciegas que caracterizaron el declive del Imperio Español.
Otra de las amantes de Felipe IV fue la condesa de Villamediana, famosa por su ingenio y belleza. La influencia de estas mujeres en la vida de Felipe IV fue considerable, afectando sus decisiones políticas y sociales. Los consejos que se dan bajo las sábanas y con la ropa repartida por el suelo, siempre son tenidos en cuenta hasta el punto de pergeñar asesinatos en esos trances.
Isabel II y sus amantes
Isabel II es recordada no solo por su turbulento reinado, marcado por inestabilidad política y conflictos internos, sino también por su agitada vida personal y los numerosos escándalos sexuales que la rodearon. Desde temprana edad, su vida privada fue objeto de escrutinio, y muchos de los rumores sobre su comportamiento amoroso contribuyeron a desacreditar su imagen como monarca.
No cabe duda de que el hecho de ser mujer contribuyó decididamente a que se viera como una depravación lo que había sido una normalidad para sus ascendientes masculinos.
Su matrimonio con Francisco de Asís de Borbón en 1846 fue concertado por motivos políticos, pero resultó ser un completo fracaso en lo personal. Era primo de Isabel y conocido por su supuesta homosexualidad, lo que alimentó las habladurías en la corte y entre la población. La falta de afecto entre la pareja fue evidente desde el principio, y el matrimonio se convirtió rápidamente en un mero arreglo formal. Isabel se distanció emocionalmente de su marido, y ambos vivieron vidas separadas prácticamente desde el inicio de su matrimonio.
Con la falta de una relación marital funcional, Isabel II se involucró en numerosas relaciones extramatrimoniales que escandalizaron a la sociedad española de la época. Entre sus amantes más conocidos se encontraban el general Serrano, un destacado militar que también jugó un papel importante en la política del país. Serrano, apodado "el General Bonito" debido a su supuesto atractivo físico (me reitero en lo dicho con Felipe el Hermoso), fue una de las relaciones más duraderas y públicas de la reina.
Otro de los supuestos amantes de Isabel II fue el marqués de Bedmar, quien también disfrutó de la confianza y los favores de la mujer más poderosa de España. Se rumoreaba que varios de sus hijos no eran realmente fruto de su matrimonio con Francisco de Asís, sino de estas relaciones extramatrimoniales. Estas especulaciones, aunque nunca confirmadas, pero de una muy alta probabilidad, dañaron la legitimidad de su descendencia.
Los escándalos sexuales de Isabel II no solo afectaron su vida personal, sino que también contribuyeron a su desprestigio político. La percepción de que la reina no cumplía con los estándares morales esperados de un monarca alimentó el creciente descontento hacia su reinado, que ya estaba debilitado por la inestabilidad política y económica. En 1868, Isabel fue derrocada tras la Revolución Gloriosa, en la que, curiosamente, estaban implicados el general Prim, el almirante Topete y el también general Serrano, que ya no le parecería tan bonito. No cabe duda de que sus escándalos personales fueron un factor que facilitó su caída. Pero ¿Habría sucedido lo mismo si hubiera sido un hombre?
Alfonso XIII y el cine porno
Los escándalos sexuales afectaron su reputación y contribuyeron al declive de la monarquía. Aunque casado con Victoria Eugenia de Battenberg, Alfonso XIII mantuvo múltiples relaciones extramaritales a lo largo de su vida, muchas de las cuales fueron bien conocidas por el público.
Entre las amantes más famosas de Alfonso XIII se encontraba Carmen Ruiz Moragas, una actriz con quien tuvo dos hijos ilegítimos. A lo largo de su vida, Alfonso mostró un apetito sexual considerable, lo que, unido a sus escándalos públicos y su implicación en la política, erosionó su popularidad. La llegada del cine a la corte y de las películas eróticas desató un interés particular por la pornografía, algo que no ayudó a mejorar su imagen pública en una España que estaba cada vez más polarizada políticamente. Se utilizaron estos desmanes para que los enemigos de la Monarquía crearan una imagen de depravado. Probablemente fue uno de los pocos de su época en tener acceso a películas pornográficas y los rumores por su afición alimentaron su leyenda negra. Honestamente, no creo que su interés por la pornografía fuera mucho mayor que el de cualquier adolescente que ha tenido la posibilidad de acercarse a ella.
Muchos de los que hoy califican el comportamiento de Alfonso de escandaloso, tienen el aparato urogenital como el mango de un “Scalextric”. La diferencia es que las nuevas tecnologías permiten el visionado de estas cosas en privado y esa palabra no está en el diccionario de un rey.
Como ven, las torres más altas han caído por echar un calmante vitaminado, demostrando que el poder del sexo es más fuerte que la propia política. Y usted, ¿qué opina?
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