Montaje de fotos de Pedro Sánchez, con rostro triste, levantando la mano diciendo adiós con el logo del PSOE de fondo
OPINIÓN

El PSOE tiene un problema

No tiene una idea de España

Imagen del Blog de Xavier Rius La Puntita

Todavía tengo la esperanza de que Sánchez diga no a la amnistía y a la autodeterminación. Al fin y al cabo el presidente suele coger el toro por los cuernos.

Como en febrero del 2019. Cuando ERC y Junts le tumbaron los Presupuestos. Hizo lo que tiene que se suele hacer en estos casos: convocar elecciones anticipadas.

Aunque los independentistas, por cierto, no actuaban con el mismo rasero. El Gobierno de la Generalitat estuvo tres años sin Presupuestos (2017-2020) y nadie se quejó.

Sánchez, en cambio, convocó elecciones para abril. Sacó 123 diputados. Pero fueron aquellas que no se entendió con Albert Rivera. Volvió a convocar elecciones para noviembre. Entonces sí.

Tras el batacazo en las autonómicas y municipales del pasado mes de mayo hizo lo mismo. Convocar elecciones anticipadas. Una jugada arriesgada en este caso. Volvió a salirle bien.

Por eso, en el caso hipotético de que se repitieran elecciones quizá la suerte volvería a serle favorable. El PP se halla en pleno desconcierto y en Vox perdieron 19 escaños. Daría imagen de hombre de Estado ante las exigencias de Puigdemont.

Primer plano de Carles Puigdemont con cara de circunstancias

Porque, históricamente, la izquierda española ha cometido siempre el mismo error: sacarle las castañas del fuego al independentismo. A Companys ya lo amnistiaron tras el 6 de octubre.

Aunque basta leer las memorias de Azaña para darse cuenta de que acabó hasta el moño del presidente catalán. Llegó a decir que “lo mejor de los políticos catalanes es no tratarlos”¹

Primero recuerda como al principio el dirigente de ERC le hacía la pelota: “Usted me manda, don Manuel … Usted es mi jefe” llegó a decirle². Luego, en plena Guerra Civil, la cosa empezó a torcerse.

El 28 de julio de 1937 afirma tras els ‘Fets de Maig’: “que Companys finja escandalizarse, como campeón del derecho, después de cuanto ha ocurrido en Cataluña bajo su mando personal, es de un cinismo insufrible”.

Las deslealtades de los independentistas respecto a la izquierda vienen de lejos, dese el mismo Pacto de San Sebastián. Como se sabe, primero Companys y luego Macià se avanzaron en la proclamación de la República.

Por eso enviaron a dos catalanes (Nicolau d’Olwer y Marcel·lí Domingo) y un malagueño (Fernando de los Ríos) a arreglar el lío. Fue este último el que resucitó la fórmula de la Generalitat. Nadie hasta entonces se acordaba de la Diputación del General, una institución medieval.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante presentación del programa electoral del PSOE para las elecciones generales en Madrid

Podríamos citar más ejemplos porque la creación de la Consejería de Defensa excedía, como se pueden imaginar, las competencias de la Generalitat. Aunque quizás pueda justificarse en pleno conflicto.

Y no deja de ser curioso como la historiografía catalana, al menos la más nacionalista, pasa de puntillas a los citados Sucesos de Mayo. Como si fueran solo cuatro tiros frente al edificio de Telefónica.

Azaña, que vivió esa semana trágica en Barcelona porque, como presidente de la República, estaba alojado en el Parlament opina lo contrario. Y durante esos días permaneció acojonado en el edificio aunque tampoco era el presidente inclinado a las audacias.

El enfrentamiento entre comunistas y anarquistas terminó en cuando el Gobierno envió cinco mil guardias de asalto desde Valencia. La Generalitat perdió entonces las competencias de orden público. Ni esto sabían gestionar.

Como se pueden imaginar a mí me da igual. Pero la izquierda española tiene un problema: siempre deja España en manos de la derecha. Es un fenómeno curioso.

Los laboristas británicos o los socialdemócratas alemanes deben tener un concepto de sus respectivos países. Hasta Rosa Luxemburgo tenía una idea de Alemania. Aquí, no.

La idea que tiene el PSOE de España es la misma que la de Bildu, Esquerra o el PNV. Partido por cierto que, siendo de centro-derecha de toda la vida, se proclama ahora hasta del “bloque progresista”.

¹ Manuel Azaña: Memorias de guerra. 1936-1939. Grijalbo Mondadori. Barcelona 1978, página 176.

² Op. cit. página 126.

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