Sílvia Orriols hablando frente a micrófonos con fondo de carpa de circo y diseño geométrico en tonos rosados.
OPINIÓN

Orriols en el Parlament: comienza el Rock'n'Roll

A Orriols, la más indepe de las indepes, le ha votado mucho españolista

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Debutó Silvia Orriols en el atril parlamentario y en dos minutos se ganó una advertencia de Josep Rull (del dúo cómico Rull & Turull) sobre "discursos de odio". Mientras hablaba, la multitud progre-procesista mostraba fotos de personas muertas en la guerra civil, dando muestras de un enorme coraje cívico compatible, por esos misterios insondables de la política, con el olvido de los muertos durante la noche de San Juan, convertida en una secuela local de la matanza de Texas. Han corrido las fotos de Tania Verge poniendo cara de poker durante el discurso de Orriols, la cara del jugador a quien le han visto el farol.

La clase política está indefensa frente a una madre de familia que lucha por el futuro de sus hijos. No hay lobbys ni intereses oscuros detrás de Silvia Orriols: lo que hay es cien mil catalanes que están hasta las narices.

Imagen en primer plano de Silvia Orriols

¿Discurso de odio? Si pedir el control de las fronteras y la defensa de los valores occidentales es discurso de odio, el Honorable Rull (del dúo de ventrílocuos Rull & Turull) tendrá que denunciar a todo catalán al que le quede un mínimo de sentido común. Si acusar de estafadores y vividores a los procesistas es delito de odio, el Honorable Rull (del dúo de higienistas dentales Rull & Turull) se verá obligado a multar a toda criatura viviente al sur de Groenlandia.

Gusta la Orriols porque es pequeñita y valiente y no le tiene miedo a un lenguaje sencillo y libre de clichés. Gusta también porque (llevada por el fascismo extremo) no le parece bien que las jóvenes catalanas sean violadas, ni que los abuelos catalanes sean asaltados, ni que los "valores republicanos" del taniavergismo incluyan el burka y la sharia.

Plano medio de Sílvia Orriols votando en el Parlament de Catalunya con la barretina de su abuelo en su mano izquierda

Jamás ninguna nación se ha defendido abriendo sus fronteras y diluyendo su patrimonio cultural y sus tradiciones. Esta es la pregunta que lanza Silvia Orriols, voz que clama en el desierto: "¿queda alguien dispuesto a defender la nación?". Tanto el procesismo como el españolismo de banderita se sienten muy incómodos ante preguntas tan diáfanas, porque su negociado es otro, el de ir enredando y mangoneando de manera tumefacta y miserable mientras la sociedad se descompone ante nuestros ojos.

Vamos a decirlo de otra manera: a Orriols, la más indepe de las indepes, le ha votado mucho españolista. ¿Se entiende ahora?

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