Todo el mundo teme a Sílvia Orriols
Sílvia Orriols ha venido a cuestionar, ella solita, los puntos clave de la política catalana de los últimos diez años
Una cosa ha quedado clara en esta campaña tan peculiar para las elecciones del 12M: no hay cordones sanitarios suficientes para la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, líder de Aliança Catalana. Esta extraña candidata, surgida del escenario post procés por puro desamparo del votante, ha venido a cuestionar, ella solita, los puntos centrales de la política catalana de los últimos diez años, poniendo en el centro del debate, al menos, tres cuestiones primordiales:
- Una Cataluña independiente, en el caso de ser posible algún día, ¿debe basarse en cuestiones étnicas y culturales o en el ideal republicano de igualdad de todos ante la ley?
- ¿Es compatible la permanencia de la “cultura catalana” con el grado de inmigración descontrolada actual y las apuestas izquierdistas por el “multiculturalismo”?
- ¿Puede existir un independentismo netamente conservador en lo político, en lo social, en lo económico?
De este modo, sin más ayuda que la incompetencia general de la clase política post procesista (incompetencia que jamás podrá ser infravalorada), la Orriols ha puesto a todo el mundo ante el espejo. ¿Es necesario que Junts siga fingiendo no ser de derechas? ¿Todo el mundo a la izquierda del PSC tiene que estar celebrando el Ramadán como si fuera el Mundial de fútbol? ¿Están tan seguros los unionistas de que el movimiento indepe se ha desinflado del todo y de que no es posible una reinterpretación en clave conservadora? ¿Está preparado el sistema mediático catalán, siempre tan escrupuloso, para la normalización de partidos como Vox y AN sin tener que estar recurriendo al ridículo argumento de “frenar a la ultraderecha”?
La realidad es tozuda: no todo el mundo en Cataluña es de izquierdas, no todo el mundo cree en las “mujeres con pene”, no todo el mundo está dispuesto a aguantar monsergas sobre “feminismo islámico”. Cuanto antes reaccionen los partidos del establishment procesista, menor será el daño que sufrirán.
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