Montaje de fotos de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, con los colores de sus partidos políticos de fondo
OPINIÓN

El mundo al revés

La coyuntura es sorprendente

Vivimos tiempos convulsos. La lógica y el sentido común que nos ha servido como guía y referente en las últimas décadas están quedando obsoletos. Situaciones que parecían incuestionables hoy se ponen en tela de juicio.

Así, por ejemplo, si se hubieran convocado elecciones generales, en nuestra historia democrática más reciente, con una situación socioeconómica como la actual, tanto en los medios de comunicación, como en las tertulias o en los cenáculos políticos se debatiría por cuantos escaños de diferencia iba a ganar el Gobierno.

Sin embargo, ahora, tras los resultados del 28-M la derecha está eufórica y la izquierda descolocada. Eso ha generado que buena parte de la ciudadanía tenga la sensación qué si los conservadores gobiernan, podamos entrar en una etapa de regresión y perder conquistas sociales que han costado mucho conseguir.

La coyuntura es sorprendente. El actual Gobierno, desde su toma de posesión, ha tenido que lidiar con situaciones harto difíciles. Primero fue la pandemia y sin solución de continuidad la guerra de Ucrania, sin olvidar que, de por medio, el volcán de la isla de La Palma entró en erupción y estuvo 85 días vomitando fuego y cenizas.

Pues bien, a pesar de esos hándicaps, o, quizás, debido a esos graves inconvenientes, este Ejecutivo ha sacado adelante casi un par de centenares de iniciativas legislativas, la mayoría, de las cuales, tienen un claro acento social.

Los datos hablan por sí solos: El salario mínimo interprofesional ha subido cerca de un 50 %, es decir a 1.080 euros en catorce pagas, como fruto de la reforma laboral, en estos momentos hay en nuestro país más trabajadores fijos que nunca, estamos muy cerca de los 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, una cifra récord en nuestra historia. Las pensiones contributivas han subido este año un 8,5 % y las más bajas, no contributivas, en algunos casos, se han incrementado hasta un 15 %.

Por otra parte, la economía española ha cerrado 2022 con un crecimiento del PIB superior al 5 %; estamos en unos niveles de actividad económica iguales a la etapa anterior a la pandemia; En el primer trimestre de 2023 se han creado 426.000 puestos de trabajo a jornada completa. Junto los ciudadanos portugueses, pagamos la electricidad y el gas más baratos de la zona euro.

Además, el Gobierno aprobó hasta cinco paquetes de medidas para frenar la inflación, por lo que se movilizaron más de 30.000 millones de euros entre rebajas de impuestos, subvenciones a los carburantes y ayudas a las familias y empresas. Esas iniciativas económicas han hecho posible que hoy la inflación en nuestro país sea la mitad que en Alemania.

A principios de mayo, los sindicatos CCOO y UGT y la patronal CEOE-Cepyme firmaron un nuevo acuerdo para el empleo y la negociación colectiva (AENC), que establecía una subida de salarios del 4 % en 2023 y del 3 % en 2024 y 2025, así como una cláusula de revisión del 1 % en función de la inflación y, con esa firma, se garantizaba la paz social: un objetivo largamente perseguido por el Gobierno.

En contrapartida, estamos viendo como el Partido Popular no se sonroja cuando pacta con Vox. Ya han cerrado acuerdos en 140 ayuntamientos y en la Comunidad Valenciana. Valencia es el caso más paradigmático, pero no el único, ahí están los acuerdos en Baleares o Aragón y la líder del PP extremeño, María Guardiola ya ha empezado a reconsiderar su actitud con Vox y, más pronto que tarde, la derecha y la derecha extrema pactarán también en Extremadura. Y lo peor: todas estas alianzas abren la posibilidad de un posible pacto en La Moncloa con Santiago Abascal como vicepresidente. Y si no, tiempo al tiempo.

Es obvio que los populares tienen un programa electoral oculto y no lo va a desvelar, pero ya han apuntado que derogarán leyes como la de memoria democrática, la ley trans o la de educación; y “ajustarán” la de eutanasia. También el presidente del PP ha anunciado que eliminará, entre otros, los Ministerios de Consumo y de Igualdad, este último, una de las grandes enseñas del feminismo.

Sin embargo, aún no sabemos cuáles serán las iniciativas propositivas de los populares. Desconocemos cosas tan importantes para nuestra calidad de vida como, por ejemplo, qué pasarán con las pensiones, si seguirán la evolución del IPC o se quedarán en un misérrimo 0,25 % como hizo Rajoy, si se derogará la reforma laboral y volveremos a los contratos basura y la precariedad o si se suprimirá el Ingreso Mínimo Vital; entre otras muchas cuestiones sobre las que el PP no se pronuncia.

“Toda la vida habíamos pensado que la clave de todo en la política española es el empleo. Siempre ha sido el principal indicador para saber cómo estaba un Gobierno. Y jamás hemos tenido unos niveles de ocupación como estos. La Semana Santa ha sido impresionante y el verano lo será aún más. Por eso no nos creemos los sondeos que hablan de una caída del PSOE o de una gran ola de derechas. No tendría ningún sentido qué con estos datos, y con una gestión que la mayoría de los ciudadanos apoya, el resultado de las autonómicas fuera catastrófico”, decía un miembro del Ejecutivo a mediados del mes de mayo.

Visto lo visto, el alto cargo muy acertado no estuvo en su análisis. No obstante, mi opinión, en este momento, es que más que error de cálculo del político que, sin duda, lo fue, es que estamos entrando en una etapa de reacciones sociales imprevisibles que nos hacen pensar en el mundo al revés.

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