EL 23J, la economía o la ideología
El gobierno de izquierdas ha sido deslegitimado, atacado por la derecha con una ferocidad como no se ha visto en ningún otro país del entorno europeo
Recordemos qué es cada posibilidad del dilema del título. La economía son las cosas materiales, las de la producción y los ingresos: el puesto de trabajo, el salario, el coste de los servicios, la pensión, y las del consumo comprenden desde la vivienda a la cesta de la compra, pasando por una prenda de vestir, una bebida, un entretenimiento. Son cosas aprehensibles, que se tocan, quién por primera vez tiene un contrato de trabajo fijo firmado sabe lo que tiene, no le puedes decir que no lo tiene.
La ideología es un cúmulo de no-cosas, de ideas recibidas, no pensadas y asimiladas como creencia, por ejemplo: “el gobierno del PSOE y UP es ilegítimo”, “Sánchez ha entregado España a los terroristas y a los independentistas”, “Sánchez solo quiere conservar la poltrona”. Todo esto no necesita ser probado, basta con repetirlo incesantemente. La ideología no se toca, se cree.
En un gobierno del signo político y del nivel que sea se lo tiene que juzgar por lo que ha hecho para asegurar el acceso a las cosas materiales en las mejores condiciones posibles y para el más gran número posible de individuos. Tanto más cuanto que quiere presentarse para un nuevo mandato.
En la campaña del 23-J que es el momento en que se tiene que hacer el balance del trabajo hecho y se tienen que escuchar las propuestas de los unos y de los otros para la orientación de los electores, todo dependerá de lo que prevalezca en el ambiente general, la economía o la ideología, y, finalmente, en el ánimo de cada uno de los electores.
El primer gobierno de España de coalición de izquierdas de la democracia se estrenó en el contexto de la epidemia mundial del COVID-19, el peor escenario posible. No había ningún precedente que pudiera guiar un gobierno en una crisis sanitaria y económica absolutamente excepcional. Y, sin embargo, la batería de medidas adoptadas por el gobierno de izquierdas evitó tanto el derrumbe de la economía como que se agravara el sufrimiento de millones de compatriotas en situación de vulnerabilidad.
¿Alguien puede creer honestamente que un gobierno de las tres derechas de entonces habría adoptado unas medidas de una solidaridad y de una eficacia parecidas?
De la crisis de la pandemia hemos pasado sin una pausa para la recuperación a la crisis internacional y nuevamente económica provocada por la guerra de Ucrania con un final incierto a medio plazo.
Pues bien, el gobierno de izquierdas ha sido deslegitimado, atacado por la derecha con una ferocidad como no se ha visto en ningún otro país del entorno europeo dónde han predominado los consensos para hacer frente a la emergencia. Le han negado el pan y la sal oponiéndole no la crítica de cómo había hecho las cosas, sino con quienes las había hecho, porque las medidas las tuvo que adoptar con el apoyo parlamentario de los demonizados ERC y Bildu, puesto que la derecha le negaba cualquiera ayuda.
En la democracia no caben las deslegitimidades, que solo tienen sentido por actividades ilegales, que, si existieran, serían los Tribunales los que tendrían que declararlas y procesar a los autores
En la democracia hay solo buena o mala política, las cuales se han de dilucidar con criterios políticos, presentando alternativas a la que fuese una mala política.
Todo lo que sea fuera de esta regla es pura ideología, un rechazo por ideas preconcebidas, “no importa lo que hayas hecho, ni siquiera diré que lo has hecho mal, me basta con decir que eres una mala persona”.
El “antisanchismo” de la campaña de las dos derechas -la tercera se ha disuelto en las dos restantes- tiene esta lógica perversa y destructiva.
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