Símbolo masónico blanco sobre fondo rojo con una figura militar de fondo.
OPINIÓN

Militares y masones II

Seis de las ocho divisiones orgánicas eran mandadas por masones

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

El miércoles pasado, aparecieron en estas páginas los generales de división del Ejército español de 1935 que pertenecían a la Masonería. Les emplacé para una segunda parte en la que citaríamos a los generales de brigada, empleo inmediatamente inferior, pero no exento de grandes responsabilidades.

El diputado de la CEDA, Cano López, había señalado a nueve de los veintiún generales de división como miembros de las logias, inmediatamente después, continuó con una serie de nombres que citó como seguros, aunque confesaba que tenía sospechas de que serían muchos más.

En 1936, el número de generales de brigada en activo era de 59. Los tres primeros nombres del escalafón son de sobra conocidos: Luis Orgaz, que estaba disponible forzoso en las Islas Canarias tras sus intentos de conspiración contra la República. Orgaz fue siempre un ferviente monárquico. El segundo era Sebastián Pozas Perea, director general de la Guardia Civil y, como diría Cano López, miembro de la Masonería. El tercer nombre es el de Emilio Mola Vidal, cerebro de la conspiración que se llevaría a cabo en 1936.

Los generales de brigada filiados como masones por el diputado de la CEDA eran:

  • Juan Urbano Palma, quien mandaba en ese momento la 8ª Brigada de Infantería, establecida en las guarniciones de Tarragona y Lérida. Urbano fue cesado con la llegada de Gil Robles al ministerio de la Guerra y nunca volvió a ocupar un puesto de responsabilidad, pasando a la reserva en octubre de 1936.
  • Francisco Llano de la Encomienda. A pesar de su empleo, tras la llegada del Frente Popular, pasó a mandar la 4ª División Orgánica, la que tenía las cuatro provincias catalanas a cargo. Permaneció fiel al Gobierno tras la sublevación del 19 de julio de 1936 en Barcelona, aunque su actuación derivó en ciertas suspicacias que lo mantuvieron un tiempo alejado de responsabilidades. En 1937 fue nombrado jefe del Ejército del Norte y fue víctima del desbarajuste en la organización de las Fuerzas Armadas Republicanas anteriores a mayo de ese año, en el que convivían el Ejército Vasco con fuerzas asturianas y otras organizaciones de partido o sindicato que hacían imposible cualquier esfuerzo conjunto. Tras la guerra civil se exilió a México, donde su hijo fue un conocido productor de telenovelas y su nieta es la conocida cantante Julissa.
Dos hombres de pie en un balcón, uno con chaqueta de cuero y el otro con una chaqueta oscura, ambos mirando hacia abajo.
  • José Miaja Menant. Tras la victoria del Frente Popular regresó de su destino en Lérida. En julio de 1936 estaba a cargo de la 1ª División por ausencia del general Virgilio Cabanellas, jefe titular de la misma. Fue una de las caras más conocidas del Ejército de la República durante la Guerra Civil Española. Dirigió la defensa de Madrid y fue considerado un héroe durante la contienda. En 1939 se exilió, recalando más tarde en México, donde vivió con su familia hasta su muerte.  
Una imagen histórica en la que se observa a un grupo de militares y un civil en el centro, con los nombres
  • Manuel de la Cruz Boullosa. En mayo de 1936 fue nombrado subsecretario de Guerra, a pesar de ser un cargo típicamente destinado a un general de división. Como muchos militares que no se sumaron a la sublevación, pero que no ofrecían plena confianza a los partidos proletarios y las milicias, tuvo un papel irrelevante durante toda la guerra.
  • Sebastián Pozas Perea. Militar africanista, especialista en las Mehalas y la Policía Indígena. Había sido nombrado director general de la Guardia Civil en sustitución del general Miguel Cabanellas. Su actuación en julio de 1936 fue determinante para que muchas unidades del cuerpo se mantuvieran fieles al Gobierno republicano. Fue nombrado ministro de Gobernación y llevó a cabo el reparto de armas a las milicias a partir del 19 de julio. Dirigió tropas en el sector del Centro durante el primer año de la guerra. Tras ello, se hizo cargo de la División Orgánica de Cataluña, volviendo a situar al Ejército Catalán bajo la autoridad del Gobierno central. Al acabar la guerra se exilió en Francia, primero, y en México después.
  • Toribio Martínez Cabrera: oficial del Cuerpo de Estado Mayor, fue director de la Escuela Superior de Guerra hasta ser sustituido por Espinosa de los Monteros con la llegada de Gil Robles al ministerio. Tras la victoria del Frente Popular pasó a ser Gobernador Militar de Cartagena y comandante de la Base Naval de la ciudad. Se mantuvo fiel al Gobierno en julio de 1936, conservando un punto estratégico clave para el desarrollo de la contienda. Ocupó puestos de importancia durante la guerra, aunque tuvo desavenencias con los comunistas que llegaron, incluso, a encarcelarle. En 1939, fue detenido en Valencia y fusilado en junio de ese año.
  • Leopoldo Jiménez García. Era un prestigioso oficial de Ingenieros. En 1936 se encontraba al mando del Servicio de Militar de Ferrocarriles y Transportes por carretera. Permaneció en su puesto y no fue represaliado al acabar la guerra, por lo que pasó a la reserva en 1940.
  • Rafael López Gómez, general de Artillería. Al comenzar la guerra estaba destinado en el comité nacional de defensa pasiva, dentro de la Primera División. Permaneció fiel a la República, siendo detenido, procesado y condenado. Su pena fue conmutada en 1941.
  • Fernando Martínez Monje. A pesar de su empleo, mandaba la Tercera División Orgánica, cuyo Cuartel General se ubicaba en Valencia. Tras varias dudas iniciales, el 20 de julio de 1936 se confirma su lealtad al gobierno. Durante la Guerra fue responsable del reclutamiento en la zona republicana y del mando del Ejército del Sur. Tras la caída de Málaga fue encarcelado, aunque se le absolvió y rehabilitó, no volvió a mandar unidad alguna. En 1939 se exilió a Francia y, posteriormente, a Argentina.
  • Luis Castelló Pantoja. Otro conocido africanista, estaba al mando de la 2ª Brigada de Infantería en 1936, con sede en Badajoz. Llegó a ser ministro de la guerra durante algunos días entre julio y agosto. Tras ello, fue gobernador militar de Madrid. Su hermano fue asesinado por milicias anarquistas y su familia, que permanecía en Badajoz, encarcelada por los rebeldes. Cayó en una profunda depresión y fue internado en un psiquiátrico. Al salir se refugió en la embajada francesa y consiguió pasar a Francia a mediados de 1937. En 1942 fue detenido por la Gestapo y enviado a España, fue condenado a muerte, pero se le conmutó la pena en 1946.
Un grupo de hombres, algunos con uniformes militares y otros con ropa civil, están reunidos al aire libre, conversando y sonriendo mientras uno de ellos parece estar mostrando algo en sus manos.
  • Manuel Romerales Quintero. En 1936 era el jefe de la Circunscripción Oriental del Protectorado Español en Marruecos. No se sumó a la sublevación, por lo que fue detenido, juzgado y fusilado en agosto de 1936.
El general Romerales con uniforme militar y medallas en el pecho.
  • Jacinto Fernández Ampón. El único de toda esta lista que se sublevó en 1936. Era jefe de la Brigada de Montaña que se ubicaba en Gerona. Tras fracasar en la ciudad catalana fue detenido y trasladado a la Ciudad Condal. Fue fusilado, sin juicio previo, en los fosos del Castillo de Montjuic por milicianos anarquistas.

Eran muchos más los relacionados aquel día, algunos de ellos, militares catalanes conocidos por todos, como el comandante Pérez Farrás. El lector se habrá percatado de que juntando los nombres del artículo de la semana y el de este, podrán hacer un dibujo en el cual, seis de las ocho divisiones orgánicas eran mandadas por masones, además del Ejército de África y la Circunspección Oriental del Protectorado Español.

Las otras dos divisiones tenían bajo su mando a los generales Batet y Salcedo Molinuevo. Es muy probable que el primero fuera también miembro de la masonería, al menos, su ayudante lo era. Tanto Batet como Salcedo fueron fusilados por no unirse a la sublevación.

La influencia de la Masonería en la cúpula militar del Ejército de 1936 era mucho más que notable. ¿Cree usted que esa fue la razón por la que fueron elegidos para sus puestos, incluyendo generales de brigada en puestos de empleo superior?

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