Acampada pro palestina en la universidad de Barcelona
OPINIÓN

Máster en coherencia

Reivindican la paz y la solidaridad, palabras muy bonitas, pero conceptos sobre los que nadie propone cómo llegar

Desde el pasado 7 de octubre circulan videos nada sospechosos de ser falsos —los habían grabado los mismos verdugos—, en los que se puede observar cómo se llevó a cabo el sangriento atentado contra los asistentes al Festival Nova y las incursiones brutales que los terroristas de Hamás realizaron en el lugar más sagrado de cualquier persona: su hogar. Los asesinos no se escondieron, lo difundieron para contribuir a un juego psicológico que advertía al mundo de lo que eran capaces de hacer; más o menos como la Inquisición, que distribuía panfletos explicando los métodos de tortura utilizados, así como el sufrimiento sufrido por las víctimas de las quemas.

Los presuntos representantes por excelencia de la intelectualidad, del debate académico y del espíritu crítico —la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE)— permanecieron impasibles ante tanta crueldad. No fue hasta el 17 de octubre, tras el despliegue de las Fuerzas de Defensa de Israel en Gaza, cuando se manifestaron contra la “escalada bélica en el Próximo Oriente”. Al menos, en este comunicado se expresaba la solidaridad con las comunidades universitarias y científicas tanto de Israel como de Palestina, y también con toda la población civil, sin distinción. Lamentablemente, en el texto no hubo lugar para ninguna mención a los rehenes. La empatía de la CRUE con los cautivos no llegó hasta el 18 de diciembre, en un nuevo comunicado donde se reivindicaba la paz y la solidaridad, palabras muy bonitas, pero conceptos sobre los que nadie propone cómo llegar.

Pasado un tiempo, en el mes de abril, en diferentes campus de Estados Unidos se iniciaron acampadas solidarias con Palestina que, con el tiempo, derivaron en una promoción del odio y del boicot, que han sufrido estudiantes y profesores que no comulgan con las ideas de los acampados, lo cual ha llevado a la intervención policial y al desmantelamiento de las protestas. Como siempre, Estados Unidos estornuda y Europa se resfría. Los anticapitalistas antisistema sintieron el pistoletazo de salida de los campus americanos y se animaron a organizar eventos homólogos.

Con este panorama, coincidiendo con el inicio de las acampadas en las universidades españolas, nuevamente se pronunció la CRUE el 9 de mayo, en este caso “sobre la situación en la Franja de Gaza”. La Conferencia de Rectores quiso expresar su angustia por los “gravísimos acontecimientos que en estos momentos se están produciendo en la Franja de Gaza”. ¡Qué contundencia! La misma que faltó para denunciar el 7 de octubre. En ese momento, ya no se trataba solo de un texto de preocupación, sino que incorporó una serie de exigencias, entre las cuales otra vez hubo amnesia con los rehenes, pero, al menos, se refirieron al resurgimiento del antisemitismo, igualándolo a la islamofobia: empate, como dicen en las redes.

En España, la Universidad de Barcelona ha roto relaciones con instituciones académicas y científicas israelíes hasta que haya paz. También lo han hecho la Universidad de Granada, la Universidad de Jaén y la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y otras, como la Universidad de Valencia o la Universidad de las Islas Baleares, se han vanagloriado de no tener convenios vigentes. Como si eso fuera algo positivo. Personalmente, espero que las instituciones académicas israelíes tengan buena memoria. El silencio de la CRUE ante los puñetazos, escupitajos y otras barbaridades que han tenido que sufrir los estudiantes judíos o simpatizantes de la causa judía —incidentes recogidos por la Red Académica contra el Antisemitismo— es ensordecedor.

Bandera de Palestina colgada en el interior de la Universitat de Barcelona

Para terminar, permítanme que barra para casa, la Universidad de las Islas Baleares, apelando a la libertad de expresión, consintió que el 5 de abril —en la Facultad de Educación para más escarnio— Ciudadanos por Palestina llevase a cabo una formación para combatir “la propaganda sionista”. Gracias al reportaje del amigo Octavio Cortés se han podido documentar las barbaridades que allí se dijeron: justificación del terrorismo, banalización del Holocausto y señalamientos personales. El rector Jaume Carod ha expresado en privado y solo en privado sus disculpas a la Federación de Comunidades Judías de España por haber permitido el desarrollo de este acto.

Los estudiantes acampados han continuado con la exhibición de carteles con los lemas “desde el río hasta el mar” o “fuera sionistas”, a pesar de que la Universidad de las Islas Baleares, protegiendo a los acampados públicamente, había manifestado la necesidad de “hacer posible que el ejercicio del derecho a la protesta se lleve a cabo de manera pacífica, en un ambiente de respeto y de rechazo firme a cualquier forma de discriminación, odio o violencia, para garantizar en todo momento la convivencia universitaria”. Muchos derechos y pocos deberes. En fin, coherencia.

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