una mano depositando un voto en un bidet
OPINIÓN

Los vetos son como los bidés: no sirven para nada

Mucho mejor es adelantarse a la realidad porque, como dice la frase, toda realidad olvidada prepara su venganza

Fuentes solventes explican a E-Notícies que el bidé está en proceso de desaparición. “Mira, voy a tirar la bañera y el bidé porque me quitan mucho espacio”, comenta una señora que va a cambiar el baño de su casa, “el de la reforma me dijo que todos hacen lo mismo”, añade. “El bidé es que lo acabas quitando y aquí todavía no lo queremos ver”, explican a este medio fuentes muy cercanas a la cúpula de Junts x el Bidé.

Y es que, efectivamente, los vetos y los cordones sanitarios son como los bidés: sirven para poco. El motivo es que presuponen una visión equivocada de la política, de la higiene personal y del mundo en general. Se trata del idealismo, o sea, de la postura que cree que las ideas cambian el mundo y no el mundo a las ideas. Por dar una imagen visual: si la partitocracia - de izquierdas, en este caso - fuera un pintor, en lugar de mirar a lo que pinta, miraría al pincel.

Aunque los diseñadores de cordones sanitarios no dejan de tener su cierta mala fe. Y es que ellos mismos saben que el auge de las opciones identitarias responde a fenómenos como el desorden migratorio, la falta de perspectivas entre los jóvenes y todas esas cosas. O sea, que responde a realidades que, ya después, resulta que cuadran con el identitarismo.

De paso, también nos demuestran que uno debe vigilarse a sí mismo porque tenemos tendencia a creernos nuestras fantasías. A este ritmo, ERC o Podemos, por ejemplo, podrían desaparecer de la faz de la tierra y seguirían diciendo que su discurso es más indispensable que nunca.

Atentos a las próximas europeas

El veto sería algo así como apretarse el cinturón para no engordar más y, cuanto más engordas, más te lo aprietas. Llega entonces un momento en el que le pides a los que están por ahí que te ayuden a apretar más. Es entonces cuando los medios empiezan a decir que tienen la responsabilidad de no ser un altavoz de esto o de la otro. 

Pero lo sorprendente es que después todavía salen personas con cara de subvención a decir que no sé qué observatorio de periodistas está preocupado ante la “desafección” por la prensa. Sobre todo, entre los “más jóvenes”, matizan. Definitivamente, Clausewitz se equivocaba: no es la guerra la política por otros medios, era el periodismo.

Pero, como decía aquel, toda realidad olvidada prepara su venganza. Y las venganzas no son simpáticas porque ocurren cuando el que se venga ha acumulado la suficiente fuerza para, pues eso, vengarse. Sería algo así como poner las condiciones para que la alevosía sea inevitable.

Sobre todo esto, será especialmente interesante hacerle el seguimiento a las siguientes elecciones europeas, en las que la inmigración será el tema estrella. Ayer sabíamos que quince países europeos han pedido a la Comisión que UE imite el ‘modelo Ruanda’ del Reino Unido. En la medida en que en esta petición hay países como Dinamarca o Austria parece difícil esto de seguir eternamente con la musiquita de la extrema derecha.

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