La lección de Merkel a Aragonès
Y si Merkel conociera los derechos estatutarios de Cataluña, todavía entendería menos cosas
Pere Aragonès, el muy nuestro presidente de la Generalitat, seguro que sabe quién es Angela Merkel, la alabada (ex)cancillera de Alemania. Dudo que Merkel sepa quién es Aragonès, si el nombre le suena debe de ser porque de alguna manera lo asocia con los hechos insólitos ocurridos en Cataluña el 2017, no por las virtudes gubernamentales de Aragonès. Y, aun así, sin tenerlo presente le envía una lección sobre la honestidad política.
Con motivo de la celebración del 3 de octubre, día que se conmemora la reunificación de 1990, fiesta nacional de Alemania, Merkel fue entrevistada en la cadena de la televisión pública ZDF. A la pregunta de por qué cuando era cancillera no hablaba nunca de la Alemania oriental (la antigua RDA), donde había vivido y trabajado, respondió: “Porque yo era la cancillera de toda Alemania, no de una parte, por eso no hablaba”. He aquí la lección.
Aragonés solo habla de una parte de Cataluña, la del independentismo, haciéndola pasar por toda Cataluña. A guisa de muestra, tilda la manifestación en Barcelona del último 8 de octubre de catalanes y otros españoles contra la amnistía de un “ataque a Cataluña”, a toda Cataluña, por lo tanto, también - ¡da risa! - a los catalanes que se manifestaban.
Es una vieja estratagema, ya fue empleada en 1986 por Jordi Pujol que presentó su cuestionamiento como vicepresidente ejecutivo de Banca Catalana como un ataque a Cataluña.
Se pueden compartir o no los lemas oficiales de la manifestación, pero considerarla un ataque a Cataluña es una deshonestidad intelectual y un abuso de la autoridad que Aragonès representa. Aragonés nunca separa su condición de presidente de la Generalitat de su carácter de líder político de un sector de la población de Cataluña, mientras no haya un nuevo conteo el de los 466.020 votantes de ERC el 23-J (2023) y de portavoz de los independentistas, no de todos, porque muchos prefieren sentirse representados por Carles Puigdemont.
La deshonestidad de hablar en nombre de toda Cataluña es una constante de los dirigentes del independentismo, con ella han montado todas las falacias del proceso: “nos roban”, “nos ocupan”, “nos colonizan”, “nos reprimen”, “Cataluña no tiene rey” …, con ella han construido la idea de “conflicto político” de Cataluña con España o con el Estado, tanto da. La idea de “conflicto” ha arraigado tan hondo que hasta la comparten quienes lo tendrían que refutar.
Sí que hay un conflicto, pero es el que los dirigentes independentistas han creado y provocan enfrentándose con los poderes del Estado y no de Cataluña con España. ¿Cree Aragonés que se sienten comprendidos en el “conflicto” los cerca de 2 millones de catalanes que (mal)viven en situación de riesgo de pobreza o marginación social o los 2.519.673 catalanes que el 23-J votaron a favor de candidaturas no independentistas? Pues bien, Aragonès, lo crea o no, habla en nombre de todos ellos.
Merkel tiene cosas mejores que hacer que preocuparse por el “conflicto” de los independentistas de aquí, pero me atrevo a aventurar que no lo entendería, si se detuviese a considerarlo. La Bundestreue, la lealtad federal, es el cemento de la arquitectura política de Alemania. Ninguna autoridad de ningún estado federado -el equivalente más o menos a comunidad autónoma- no habla nunca en nombre de todo el estado, ni denigra el Estado federal.
Y si Merkel conociera los derechos estatutarios de Cataluña y las competencias y los recursos de qué dispone el gobierno de la Generalitat -que darían dentera al estado federado de Brandeburgo, donde residió hasta la reunificación de Alemania- todavía lo entendería menos.
Incluso cuesta entenderlo a muchos de aquí. Y si se piensa en las bombardeadas Ucrania y Gaza, todavía resulta más incomprensible (e insoportable) la retórica maliciosa y gratuita de los dirigentes independentistas, sanos y salvos protegidos por la Constitución que menosprecian.
Les hemos dejado que se apropiaran del nombre de Cataluña y con el nombre de la sustancia, e hicieran así invisibles los millones de catalanes que no comulgan con sus ideas divisivas. Ha sido la peor de las cesiones a los independentistas, ninguna otra importará tanto. La amnistía no incluirá solo la (des)juridicidad de sus actos, implícitamente también todos sus abusos y deshonestidades, como por ejemplo hablar en nombre de todos los catalanes.
De la amnistía saldrán limpios y listos para continuar haciéndolo.
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