Fotografía de Alejandro Fernández en un atril durante un mítin del PP en Barcelona

OPINIÓN

Gracias, Alejandro

Unas palabras al líder del PP en Cataluña

Tengo que confesar que el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, me cae bien. Descubrí un día en su perfil de Twitter que tenía la foto de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. No es fácil, en la Catalunya actual, tener la foto de ambos, ya saben que Catalunya es progre, multicultural, transversal y chachipiruli. O eso creen ellos. Ya ven lo que ha pasado en Ripoll. Por eso automáticamente pensé: “este es de los míos”.

Luego, viendo su trayectoria parlamentaria, mi respeto por él fue en aumento independientemente de sus ideas. Con Quim Torra ya saltó a la fama el día que le espetó: ”Usted físicamente se parece mucho más a mí que a un saltador de pértiga noruego”. Ahora su partido le proponía irse a Madrid. Todo el mundo sabía que era la típica patada hacia arriba.

Con Pablo Casado; el entonces secretario general, Teodoro García Egea, ya estuvo a punto de cargárselo. Si no lo hizo es porque el mismo cayó. Y veo que, con Alberto Nuñez Feijóo, había más o menos los mismos planes. No he entendido nunca esas maniobras. 

Es cierto que pasa en todos los partidos, pero en el PP catalán el espíritu cainita es especialmente acusado, aunque el propio Alejandro Fernández debe tener algún cadáver en el armario. Por ello quiero darle las gracias por no dejar tirados a sus electores.

Seguro que viviría mejor en Madrid, ya ven a Arrimadas. O a Rufián que dijo que, a los 18 meses volvería. El plazo cumplía en el 2017 y ahí sigue. Por no decir todos los dirigentes de Ciudadanos o del PP que se han ido a la capital. 

Del primero: el propio Rivera, la citada Arrimadas, José María Villegas, Espejo-Saavedra, Fran Hervías.

Del segundo: Alicia Sánchez-Camacho -diría que por fuerza mayor-, Andrea Levy o en su día Santiago Fisas.

Y así es imposible construir una alternativa al proceso.

Por eso, gracias Alejandro.

Al menos elevas el nivel de las sesiones de control del Parlament.

Espero que no se te suban los humos porque, sin voluntad de restarte méritos, tampoco es que esté muy alto.