Primer plano de la candidata de Ripoll de Aliança Catalana

OPINIÓN

Ripoll no era el paraíso terrenal

El éxito de Aliança Catalana confirma que una cosa es lo que dicen los medios y otra la realidad

El éxito electoral de Sílvia Orriols en Ripoll confirma que una cosa es la que dicen los medios y otra la realidad.

Empezando por TV3.

Recuerdo que, tras los atentados, la cadena catalana hizo dos reportajes.

Uno, el 26 de julio del 2018, sobre el “modelo Ripoll” de convivencia.

Una voz en off explicaba que era un proyecto “en construcción continua” para conseguir una “sociedad más cohesionada”.

Salía hasta el alcalde, Jordi Munell, de Junts, al que Aliança Catalana ha doblado ahora en concejales.

Básicamente para decir que la diversidad “nos enriquece como sociedad”.

También el entonces Secretario de Migraciones, Oriol Amorós, hablando de la “alteridad”.

En su opinión había que “encontrarse todos con todos en todos lados”.

Ahora es el número dos de Interior con Joan Ignasi Elena. Solo con eso se entienden muchas cosas.

Luego aparecían unos ciudadanos visitando una mezquita ante las atentas explicaciones del imán.

Y el presidente de una asociación islámica lamentando lo poco que el Islam es conocido. Abogaba por su enseñanza en la escuela.

El segundo reportaje, del 2 de febrero del 2019, era todavía mejor.

Dos técnicas sociales del ayuntamiento se habían ido hasta Toulouse con un equipo de TV3 -cuatro personas enviadas desde Barcelona- para entender “el fenómeno yihadista”.

Toulouse era la ciudad de Mohammed Merah que, en el 2012, atacó una escuela judía.

Cuatro muertos. Tres de ellos, niños.

Las dos entrevistadas defendían la necesidad de mejorar “la convivencia de la ciudadanía”.

Aunque, para estudiar el yihadismo, quizás no había que salir ni de Ripoll.

Al fin y al cabo nueve de los terroristas residían en esta localidad. Uno en la vecina Ribes de Freser.

A mí me sorprendió que nadie de la comunidad musulmana oyera nada.

No solo sobre el fanatismo del imán Es Satty, contratado por una de las mezquitas de la población.

Tampoco sobre el proceso de radicalización de los jóvenes.

De pronto dejaron de fumar, de beber, sólo rezaban y no se relacionaban con otros jóvenes.

Dos de ellos habían nacido en España. El resto llegó muy joven.

Ello no impidió que fueran impermeables a valores básicos.

Bajaron a toda velocidad por las Ramblas matando a cuanta más gente mejor.

Hubo más episodios mediáticos dignos de mención.

El País y El Periódico destacaron la intervención de la hermana de uno de los terroristas en un acto convocado con el lema “Ripoll por la paz” unos días después.

Hafika Oukabir afirmó que “tenemos un problema” y advirtió a los jóvenes magebíes contra “ideologías perversas”.

Dijo, según las crónicas periodísticas, “ideologías perversas”. No islamismo radical o yihadismo

Acabó pidiendo no caer en actos de “islamofobia y de xenofobia”

“La hermana de dos yihadistas dice ‘no al terror”, tituló al día siguiente El Periódico.

Luego, por grabaciones de los Mossos, se supo que decía una cosa en público y otra en privado.

En una conversación con su madre ésta le explicó que había hablado con unos amigos de Marruecos y que le dijeron que su hijo estaba ahora “en el paraíso”

Lugar reservado para los terroristas en las versiones más rigoristas del Islam.

La hermana coincidió con ella: “está, está en el paraíso”.

Aunque, quizá la que se llevó la palma fue la filósofa Marina Garcés, la intelectual de referencia de Colau.

Fue la pregonera de la Mercè de ese año.

En su parlamento puso al mismo nivel las víctimas y los verdugos.

Por una parte había “las personas que no volverán nunca más a Barcelona” en alusión a las primeras.

Y por otra “unos jóvenes de Ripoll que tampoco estarán y sobre los cuales siempre tendremos la duda de si realmente querían morir matando”.

El Periódico titulaba al día siguiente: “Un pregón para enmarcar”.

Ahora la imagen de Ripoll retratada como modelo de convivencia, casi como paraíso terrenal, ha saltado por los aires.

Una cosa es lo que dicen los medios -incluso una intelectual- y otra lo que piensan los 1.400 votantes de Aliança Catalana.

Sin quererlo, con esa imagen idílica que transmitían, seguramente también han contribuido a su ascenso.