La cara de sorpresa de Alejandro Fernánez durante la intervención de Anna Erra
OPINIÓN

La degradación del Parlament

La cámara toca fondo con la previsible elección de Anna Erra como presidenta

Pensábamos que la imagen del Parlament no podía caer más bajo pero sí.

En la política, especialmente la catalana, todo es susceptible de empeorar.

En efecto, la diputada de Junts Anna Erra se perfila como presidenta del Parlament.

La ya exalcaldesa de Vic, ahora entiendo por qué no volvió a presentarse, lleva de diputada desde el 2018.

No consigo recordar ninguna intervención destacada.

Excepto aquella, en el 2020, en la que pedía hablar en catalán a personas que “por su aspecto físico o nombre no parezcan catalanes".

La verdad es que era una aburrida sesión de control al gobierno.

Como se pueden imaginar las preguntas de los diputados de la mayoría son para tener su minuto de gloria o para que el consejero de turno pueda lucirse con la respuesta.

Generalmente el consejero interpelado empieza así: “hace bien de hacerme esta pregunta” o “muy atinada esta cuestión”.

Pero lo mejor fueron las caras de sorpresa que empezó a poner el líder del PP, Alejandro Fernández, justo detrás suyo.

Bueno, luego hay otra actuación notable pero ésta en el ámbito municipal.

Cuando, desde los altavoces del Ayuntamiento de Vic, se apelaba a no normalizar "la represión".

Para que vean también el perfil del personaje hay que recordar que impidió instalar una carpa en Vic a favor del bilingüismo.

Ya no sé si de Escuela de Todos, de Ciudadanos o del PP.

Se lo tumbaron en el TSJC, claro.

¿Quién es ella para prohibir una carpa de un partido político o de una entidad legal?

Pero, en fin, acuérdense que “això va de democràcia”; que decían en los momentos álgidos del proceso.

Por eso, esta señora será la futura presidenta del Parlament.

Me imagino que, a la hora de barrer para casa, superará incluso a Laura Borràs o a Alba Vergés.

Ya estaba suficientemente tocada la imagen de la cámara catalana.

Primero con aquellos plenos del 6 y 7 de septiembre del 2017 en el que se conculcaron las más elementales normas democráticas.

Los llamados, por la oposición, “plenos de la vergüenza”.

Cuando se aprobaron deprisa y corriendo, hasta de madrugada, la ley de Referéndum y la de Transitoriedad.

Que tenía que ser la ley fundacional de la República Catalana.

Cuántos disgustos nos habríamos ahorrado si alguien hubiera puesto entonces un poco de seny.

Luego la elección de una investigada por corrupción como presidenta.

Los Mossos rindiéndole honores tras su elección como es preceptivo.

La justicia ha confirmado ahora las acusaciones.

Sin olvidar tampoco los escándalos de esta legislatura entre pensiones vitalicias, jubilaciones doradas y sobresueldos.

Un último detalle: en el perfil de twitter de la futura presidenta de la cámara todavía se define como “profesora”.

No sé si de escuela privada, pública o concertada.

Pero da una idea también de cómo está la educación en Catalunya.

Lo que decía nada más empezar: en la política catalana todo es susceptible de empeorar.

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