Pedro Sánchez con pajarita y en blanco y negro con la bandera española rota de fondo

OPINIÓN

Una crisis de deuda: el purgante de la demagogia (II)

Pedro Sánchez ha dado con la clave política de España y mientras esta no cambie lo más probable es que se mantenga en el poder

Mientras no tenga competidores - que no los tiene - Pedro Sánchez se quedará en la Moncloa. La razón es que ha descubierto, con el método de prueba y error, lo que estructura España. Por un lado, partitocracias, por el otro, una situación económica que huye hacia adelante.

¿Quién hay que gane a Pedro Sánchez?

Bueno, Pedro Sánchez es el mejor político de España. Y poco más. Para decir esto, claro, hace falta tener algún criterio sobre qué es la política. Personalmente, yo me quedo con el de la ‘realpolitik’: o sea, la política es conseguir el poder y mantenerlo. Sí, es cierto, también está la cuestión moral, pero es que con ella no explicas gran cosa en política. Pasan cosas, las juzgas y, mientras tanto, siguen pasando. Pero, en fin, íbamos a hablar de Pedro Sánchez.

Los que explican a Sánchez diciendo que es un dictador y un psicópata en realidad le están haciendo un favor porque desenfocan el problema. Entre lo verosímil y lo inverosímil se quedan con lo segundo y dicen que todo - remarcando bien el ‘todo’ - se explica por la ambición enfermiza de un solo hombre. Pero no parecen contemplar la posibilidad de que sea la propia organización política de España la que permita que alguien - ahora sí - como Sánchez pueda hacer lo que hace. Además, el algodón no engaña: una explicación llena de adjetivos y focalizada en los individuos suele ser falsa; el tarot, la astrología, la prensa rosa.

Lo que quiero decir es que la clave no está en el jugador, sino en el juego. Y ya se me disculpará la cita, pero había un filósofo que se llama Baruch Spinoza que dejó dicho esto: “Un Estado cuya salvación depende de la buena fe de alguien y cuyos negocios solo son bien administrados si, quienes los dirigen, quieren hacerlo con honradez no será en absoluto estable”. Pues eso.

¿Y qué tiene que ver una crisis económica?

En honor a la verdad hay que decir que todo esto se presta a la futurología y a intentar hacer un triple mortal sin salpicar. Pero la especulación, si está más o menos bien hecha, al menos ayuda a entender la realidad. La pregunta entonces es ¿Qué ha descubierto Sánchez?

El 78. Un sistema partitocrático y una economía irreal. En realidad, todos los que vinieron antes que él lo sabían en mayor o menor grado. La jugada de Sánchez ha sido usar el discurso de los contrincantes y quitarles lo que ellos mismos sabían y hacían. Y a la vista está: Feijóo no sabe cómo quitarse el cinturón de castidad que se ha dejado colocar por el PSOE con el concurso involuntario de Vox.

Es más, es algo que está doblemente a la vista: cada vez que el PP estira la patita para mirar de pactar con los nacionalismos sale el PSOE a criticarlos por hipócritas. Es normal que lo hagan: es una ventaja competitiva cuyo monopolio tiene el PSOE. Y el que no sepa aquello de que el hombre político lo ve todo en forma de asa se puede ir bajando de la higuera.

Total, Pedro Sánchez ha tomado un sistema y lo ha llevado al límite. Además, lo ha hecho tal y como se hacen las cosas en la realidad: ensayo, prueba y error. Llegó de repente, intentó pactar con C’s, con Podemos, con los dos, no le salió, se fue, volvió y siguió probando hasta dar con la clave, que ha resultado ser sacar el talonario (déficit y deuda) y pactar con todos (llevar la partitocracia al máximo: amnistía). Se dice que Sánchez no tiene mayor ideología que sobrevivir, su ambición y mantenerse en el poder ¿Te parece poco? ¿Cuándo ha sido otra cosa la política?

Y, para lo que es el análisis, tanto da que Sánchez sea psicópata, pelotari o exjugador del Estudiantes. La clave está en la estructura política que le envuelve y que él ha entendido a base de tanteos. Sánchez juega con todas las cartas que le permite el 78 y saldrá cuando se quede sin esas cartas. Una crisis económica - una crisis de deuda no parece raro - es buen ejemplo; puede ser cualquier otra cosa, pero que no esté en el radio de acción de su cadera. Lo dijimos la semana pasada: a Zapatero le barrió la realidad, no Rajoy.