Carrero Blanco y Henry Kissinger en la portada de La Vanguardia el 20 de diciembre de 1973

OPINIÓN

Carrero Blanco y el asesinato que cambió la historia

¿Pudo estar la CIA implicada en el atentado al presidente del Gobierno?

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

Juventud de Marino 

Luis Carrero Blanco fue un santanderino que nació en marzo de 1904. Como muchos jóvenes de familia militar, siguió los pasos de su progenitor, aunque decidió ingresar en la Escuela Naval en lugar de hacerlo en alguna de las academias del Ejército. Ni siquiera tenía 14 años cumplidos cuando se vistió por primera vez el uniforme de marino, por lo que su padre falsificó su fecha de nacimiento. 

Sus primeros años fuera de la Escuela los pasó embarcado y, en 1925, con tan solo 21 años, fue el comandante del guardacostas Alcira durante desembarco de Alcazarseguer, una especie de ensayo del que tendría lugar en Alhucemas unos meses después. En su primera acción se encontró, por primera vez, con el coronel Francisco Franco, que mandaba la primera columna que se echó literalmente al agua durante la exitosa operación que fue clave para la pacificación del Protectorado Español.

Carrero Blanco de joven vestido elegante con las manos cruzadas

Tuvo experiencia internacional, permaneciendo un año en París y, a su regreso, en 1935, ascendió a capitán de corbeta, el equivalente a un comandante del Ejército, quedando destinado en Madrid.

No formó parte de los militares y marinos que se sublevaron el 17, 18, 19 y 20 de julio de 1936. Pero, al ver como otros compañeros eran detenidos, incluido el jefe del Estado Mayor Central de la Armada, el almirante Salas González; se refugió en la Embajada de México. Mientras, su hermano era fusilado en Almería, su padre sufrió un infarto que le costó la vida cuando fueron a detenerle y otro hermano suyo estuvo a punto de morir en accidente de aviación. 

Carrero tenía en ese momento 32 años, mujer y tres hijos. Pasó de la Embajada mexicana a la francesa y a través de ella consiguió escapar a Francia. No se reuniría con su familia hasta su regreso en julio de 1937, cuando fue destinado a Mallorca. 

No destacó especialmente durante el conflicto, no ascendió durante la guerra y ya en 1940 alcanzó el empleo de capitán de fragata. Fue en ese momento cuando Franco lo descubrió, debido a la brillantez mostrada al redactar un informe sobre la neutralidad de España que impresionó al dictador.

Al lado de Franco

Al año siguiente se aprovechó de las luchas intestinas entre falangistas y carlistas para contribuir a la caída de Serrano Suñer, el cuñado del general Franco, y convertirse en la mano derecha del jefe del Estado. A partir de ese momento se mantuvo siempre leal y próximo a quien acumulaba todo el poder en una sola persona. 

Era muy diferente a los generales que habían hecho la guerra junto a Franco. Los Varela, Orgaz, Kindelán, Queipo de Llano, Yagüe o Muñoz Grandes, que podían rivalizar con el dictador, pues siempre lo consideraron una especie de primus inter pares, sobre todo aquellos que eran más antiguos que él y tenían la esperanza de una restauración monárquica, pues esa fue la razón de su sublevación. De hecho, en 1943, algunos de ellos escribieron una carta a Franco en la que decían aquello de “parece llegada la ocasión de no demorar más el retorno a aquellos modos de gobierno genuinamente españoles”. Se referían, por supuesto, a la Monarquía. Carrero era otra cosa, era un hombre que venía de la Marina, que nunca pretendió rivalizar con Franco y que era más joven que él. Era el escudero perfecto para continuar aferrado al poder. 

Fue uno de los elementos claves, tras la Segunda Guerra Mundial y el aislamiento de España, que diseñó la estrategia de acercamiento a los Estados Unidos, la equidistancia con el Reino Unido, que detestaba; y la firma de los Acuerdos de Madrid de 1953 que, mediante un acuerdo muy ventajoso para los norteamericanos, contribuyó decididamente a la continuación del Régimen hasta la muerte de Francisco Franco.

Hombre profundamente religioso, de misa diaria, y monárquico de convicción, fue fundamental para convencer a Franco, no ya de la sucesión monárquica, que se daba por hecha, sino de que esta recayera en la figura de Juan Carlos de Borbón.

 En 1967 fue nombrado vicepresidente del Gobierno, sustituyendo a Agustín Muñoz Grandes. De ese modo se convertía en el segundo hombre más poderoso del Régimen.

Americanos 

El deterioro físico de Franco queda reflejado en el telegrama de Henry Kissinger de 13 de octubre de 1972, en el que, desde Madrid, informa de su conversación con el dictador y la dificultad de este para poder hablar.

El nombramiento como presidente del Gobierno de junio de 1973 fue visto como un intento de perpetuar el franquismo sin Franco. En el Boletín Central de Inteligencia de la CIA de 9 de junio de ese año, el analista concluye que “Carrero, un ultraconservador y férreo confidente de Franco, está dedicado a la preservación del status quo”.

Kissinger visitó España el 18 y 19 de diciembre y allí se entrevistó con el presidente. La Vanguardia del día 20 se hacía eco de la visita resumiendo las conversaciones en palabras de mutuo halago y cooperación, aunque añadiendo una columna con cierta crítica a la ventajosa situación de los norteamericanos en el Convenio de amistad y Cooperación de 1970 que estaba en vigor. El asunto de Gibraltar se ponía como razón para que los Estados Unidos se implicaran más en favor de España. Algo que, lógicamente, no dejaba de ser una fantasía en 1973.

Carrero Blanco y Henry Kissinger en la portada de La Vanguardia el 20 de diciembre de 1973

El mismo día que La Vanguardia hablaba de la reunión, el coche del almirante y presidente del Gobierno saltaba literalmente por los aires al detonar una potente carga situada y atracada en un túnel bajo la calzada. 

En el briefing diario que la CIA daba al presidente se le expuso que: “El asesinato del primer ministro Carrero Blanco ha complicado los planes de sucesión del general Franco y llena de incertidumbres la era post-Franco”. Pero el analista de la CIA ese día asoció el juicio del proceso 1001, entre los que estaba Marcelino Camacho, como posible relación con el atentado. 

No parece que hubiera especial intención en la Agencia norteamericana por cobrar partido, de hecho, en el informe semanal del 31 de diciembre, se menciona que la elección de Arias Navarro como nuevo presidente del Gobierno mostraba la idea de continuidad de Franco y que pocas cosas cambiaban.

Implicación de la CIA

Carlos Estévez y Francisco Mármol, en su libro “Carrero, las razones ocultas de un asesinato”, mencionan que los servicios secretos avisaron al Alto Estado Mayor del Ejército de que habían detectado movimientos sospechosos desde la Embajada americana, pues les preocupaba que esta fuera afectada por algún tipo de atentado. No existe en los documentos desclasificados de la CIA del año 1973 mención alguna a este hecho que los autores del libro recogen de una fuente española.

Informe del año 1973 de la CIA en relación a la muerte de Carrero Blanco

ETA había planeado la acción para el 18 de diciembre, pero fue, precisamente, la presencia de Kissinger la que hizo que se pospusiera el ataque hasta el día 20. Carrero era un hombre de rutina y horario milimétrico, lo que facilitó enormemente el atentado. 

Según Laureano López Rodó, ministro de Asuntos Exteriores y presente en el encuentro, la conversación entre Carrero Blanco y Kissinger se basó en las amenazas que se cernían sobre Occidente y el almirante habló de guerra subversiva como “la principal arma del comunismo”. En ningún momento se confirma que se tocara el tema de la posibilidad de desarrollar armamento nuclear por parte de España, como sostienen quienes acusan a la CIA como autor indirecto o colaborador necesario del asesinato.

Continuación del informe de la CIA en relación a la muerte de Carrero Blanco

Los informes de la Agencia y el briefing al presidente Nixon, tratando de relacionar el proceso 1001 con la causa del ataque, muestran que no había conocimiento de la autoría de la banda terrorista ETA y que la CIA estaba más perdida que la propia policía española.

El interés de Estados Unidos era que España no cayera del lado marxista, por lo demás, la forma de Gobierno del Estado, a Henry Kissinger, le daba igual. Siempre había priorizado anticomunismo a una democracia liberal, que, si no era lo suficientemente fuerte, podía caer del lado equivocado de la Guerra Fría. 

López Rodó y Torcuato Fernández Miranda trataron de convencer a Carrero Blanco de una apertura del Régimen para conseguir un acercamiento al Mercado Común Europeo, pero el marino hablaba aún de masonería, de contubernios y de comunismo. 

Segunda continuación del informe de la CIA del año 1973 en relación a la muerte de Carrero Blanco

Si alguien se beneficiaba con su muerte no eran los Estados Unidos, sino quienes no querían una continuación del franquismo, ya fuera desde dentro de las propias filas del Gobierno o desde los partidos políticos en clandestinidad. Pero esa es otra historia digna de ser contada…