La bonita historia de amor de Francesc Mauri: una Navidad especial y dos hijos

Francesc Mauri, el conocido meteorólogo de TV3, vivió una historia de amor que comenzó de manera especial una noche de Navidad en 1989. Con 23 años, Mauri y su grupo de amigos tenían la costumbre de reunirse para celebrar la noche navideña en lugares con música.

“Aquella noche de 1989 fuimos a los Avions de Sant Cugat. Había dos aviones antiguos grandes, con la barra instalada en el espacio de fuselaje, y una terraza con espacio de baile”, rememora Mauri en una entrevista con el diari ARA.

En la terraza, su futura esposa bailaba con una amiga. Un amigo de Mauri la sacó a bailar, y pronto se quedaron los cuatro charlando. “Yo les dije que al día siguiente era mi cumpleaños y que las invitaba a las dos a tomar algo”.

Así, al día siguiente, día de San Esteban, se volvieron a ver, y desde entonces no dejaron de hacerlo. “Nos casamos el 5 de marzo de 1994 en el monasterio de Sant Cugat”, recuerda Mauri.

De su esposa, Francesc Mauri destaca su vitalidad, dulzura, iniciativa y su carácter cariñoso y sensato. “Es una persona que sabe muy bien qué quiere hacer y cómo lo quiere hacer, cariñosa, sensata y alocada a la vez. Además, es guapa, ¡y seguro que me dejo cosas!”, exclama el meteorólogo.

Después de casi 30 años de matrimonio, Francesc Mauri tiene claro cuál es el secreto de una vida feliz en pareja. “Los años te dan la perspectiva de que la vida en realidad siempre es complicada. Hay momentos muy buenos que se pueden alargar en el tiempo, pero seguro que también habrá momentos malos. Lo más fácil en estos momentos malos sería poner punto final, pero entonces lo pones todo en una balanza y al menos en mi caso —y en el de ella creo que también— las cosas buenas siempre han pesado más”, reflexiona.

La paternidad ha sido una parte esencial de su vida en pareja. Mauri no tiene problemas en hablar de su fantástica familia, compuesta por su esposa y sus dos hijos.

“Tengo dos, uno de 12 y uno de 24. Pol es el mayor, el biológico, y Marc es el pequeño y vino de China en 2013. Es una adopción. El grande no sigue la meteorología, ha acabado Humanidades. Al pequeño, que como se acostumbra a decir no es de sangre, la meteorología lo apasiona. Tiene una curiosidad innata por los tipos de nubes, hace pronósticos mirando el cielo”, contaba en Al Cotxe! de Eloi Vila.