El pueblo de Barcelona más barato para vivir está a menos de 1h en coche de la ciudad
Barcelona tiene unos precios prohibitivos que obligan a la población a plantearse mudarse a un pueblo para poder vivir económicamente tranquilos
Barcelona es una de las ciudades más caras en alquiler y compra de inmuebles. Comprarse un piso allí es cada vez más difícil para la mayoría de la sociedad. Pero, por suerte, están llegando novedades y oportunidades.
Un ejemplo es el pueblo barcelonés de Balsareny. Está a apenas 78 kilómetros de Barcelona ciudad y el metro cuadrado se vende por 800 euros. Esto significa que por 100 metros cuadrados se pagan alrededor de 45.000 euros.
Unas cifras que se adaptan más a la mayoría de la población y que acercan a la posibilidad de poderse independizar. No pasa lo mismo en Barcelona, donde el metro cuadrado asciende hasta más de los 4.100 euros. Un precio totalmente prohibitivo e inalcanzable para muchos.
Barcelona en un entorno rural
Balsareny es un pequeño pueblo de Barcelona con apenas 3.400 habitantes y se ubica en un entorno rural. Es evidente que no ofrece la misma oferta de servicios ni ocio que la ciudad de Barcelona. Pero se puede convertir en un lugar perfecto para vivir.
Junto con otros municipios de Barcelona como Berga y Manlleu, se trata de los más baratos de la provincia. Cada vez son más las personas que deciden abandonar la gran ciudad para emprender sus nuevos proyectos en pequeños pueblos.
Un entorno natural, tranquilidad, una vida en calma y, sobre todo, una ligereza económica que no ofrecen ciudades como Barcelona.
Cuando Barcelona no es la mejor opción
Otro ejemplo más allá de Balsareny es Gironella. Gironella se abre como un oasis en el mercado inmobiliario. Y es que allí el precio del metro cuadrado no supera los 850 euros de media.
En Gironella, también en la provincia de Barcelona, es posible encontrar un inmueble de 80 metros cuadrados por alrededor de 68 000 euros. El teletrabajo y la expansión de la fibra óptica por pequeños pueblos de Cataluña, ha hecho posible que los pueblos sean una opción.
De hecho, para muchos, es la única opción factible para desarrollar su vida. Barcelona tendrá que plantearse, pues, si quiere seguir esta dinámica. O abrir las posibilidades y permitir que cada vez sean más las familias las que puedan quedarse a vivir en ella.
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