El precio que podría pagar Cataluña por hacer frente a la emergencia por sequía
La sequía está causando verdaderos problemas en la región y las consecuencias pueden ser millonarias
El 1 de febrero, más de seis millones de vecinos de Barcelona y Gerona despertarán en medio de una emergencia por sequía. La región se enfrenta a una situación crítica de escasez de agua que amenaza sus suministros básicos y actividades cotidianas.
La situación, descrita como la más grave en décadas, ha llevado a un panorama desolador. Piscinas vacías, campos de fútbol resecos y grifos que apenas gotean. El desafío es monumental.
Con estimaciones que sugieren la necesidad de una inversión de 2.400 millones de euros en los próximos tres años para garantizar la supervivencia de la población frente a la sequía.
La sequía pone en evidencia la desigualdad hídrica en Cataluña
La crisis hídrica ha puesto en evidencia la disparidad en el suministro de agua en Cataluña. Donde mientras algunas áreas se abastecen del caudaloso río Ebro, otras, como las cuencas interiores, luchan contra niveles críticamente bajos en sus embalses.
Los sistemas de agua que alimentan a las áreas metropolitanas de Barcelona y Gerona se encuentran al 16,3% de su capacidad. Marcando un hito alarmante que refleja la gravedad de la situación.
Ante la falta de soluciones a largo plazo, las autoridades se han visto obligadas a implementar medidas paliativas. Como el transporte de agua desde otras regiones e incluso desde el extranjero.
Sin embargo, se reconoce que estas acciones son meros parches en un sistema que requiere una reforma estructural. Así como una inversión significativa en infraestructuras hídricas.
La sequía urge a cambiar la mentalidad sobre el agua
El consejero de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, David Mascort, ha advertido sobre la necesidad urgente de cambiar la mentalidad respecto al agua. Considera que se tiene que dejar de ver como un recurso infinito. Y que se tienen que adoptar medidas de conservación y gestión sostenible.
Es innegable que la falta de agua se ha convertido en un problema estructural, que requiere una respuesta a la altura de la magnitud del desafío. Además, cabe destacar que el Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que la media mundial. Por lo que la situación, se mire por donde se mire, es alarmante.
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