Déborah Fernández, asesinada en 2002, mirando seria a cámara
SUCESOS

El caso de Déborah Fernández, más de veinte años sin un culpable

La familia ha pedido el sobreseimiento del caso ante la "inacción de la justícia"

Déborah Fernández-Cervera Neira, le quedaban tres días para cumplir los 22 años, cuando desapareció el 30 de abril de 2002. Tras diez días desaparecida, el cuerpo de Déborah fue encontrado en los márgenes de una carretera a 40 kilómetros de su casa

Veinte años después, el caso ha sufrido archivos y aperturas, pero no se ha encontrado al culpable. La familia, que reabrió el caso el 2019, pidió su sobreseimiento ante la “inacción de la justicia”. 

La tarde del 30 de abril de 2002, Déborah salió a correr por el paseo marítimo de Samil. Allí se encontró con (Nerea), una prima suya con la que solía ir a correr. Aquella noche, las chicas habían quedado para ir a cenar con unas amigas, pero Déborah cambió sus planes. 

En su encuentro aquella tarde, Débora le comentó a su prima que prefería ir al videoclub y alquilar la película Ámelie, y que no saldría con sus amigas. 

Primer plano en blanco y negro de Déborah Fernández, asesianda en 2002

Más tarde, un testigo afirma que vio a Deborah hablando con un joven que se encontraba en un coche. Pero, lamentablemente, nunca se investigó. Déborah fue vista por última vez a unos 400 metros de su casa. Faltaban unos minutos para las nueve de la noche. 

La desaparición y el macabro hallazgo del cuerpo

A la mañana siguiente, al ver que Déborah no estaba en casa, sus padres movilizaron a sus amigas, para intentar encontrarla. 

El padre de Déborah quiso ir a poner una denuncia aquella misma mañana, pero en la Guardia Civil le recomendaron que esperase 48 horas, por si se trataba de una desaparición voluntaria. 

Es entonces cuando familia y amigos de la joven remueven cielo y tierra para encontrarla, pero Déborah no apareció. Diez días más tarde, Déborah apareció. 

El 10 de mayo de 2002, la familia de Déborah recibió la peor de las noticias. Habían encontrado su cuerpo en una cuneta de la carretera que une las localidades de Bayona y La Guardia, en O Rosal. 

El cadáver de Déborah fue encontrado completamente desnudo. Sobre el pecho y el pubis de la joven, habían dejado unas hojas de acacia. El cuerpo se encontró en posición fetal. 

“Por como encontramos el cadáver, creímos que la persona que la mató era alguien cercano a ella, que la conocía muy bien o que le tenía cariño”, asegura Ángel Galán, uno de los responsables de la investigación. 

Déborah Fernández, asesinada en 2002, de perfil sonriendo

La policía consideró que el cuerpo fue colocado allí a propósito, para que fuese encontrado. Pese a eso, los peritos de la policía creen que el trabajo de traslado fue obra de dos personas, ya que Déborah no presentaba heridas post mortem. 

Cerca de la chica encontraron un preservativo, usado y reintroducido en su envoltorio, y un par de pañuelos de papel.

La autopsia reveló que a Déborah después de asesinarla, le habían introducido semen en su interior. Además, también reveló que la joven habría muerto el mismo día de su desaparición, sin embargo, el semen introducido en la chica, databa de como mucho dos o tres días. 

La autopsia inicial dejo dos posibilidades abiertas: que Déborah tuviese una muerte súbita, o que alguien la asfixiase tapándole la nariz y la boca. Pese a eso, la posibilidad de la muerte súbita era prácticamente imposible por sus condiciones físicas. 

Su exnovio, Pablo, el principal sospechoso

En el puente de diciembre, Deborah fue a Estocolmo a ver a su amiga Belén. Allí le confesó a su amiga que Pablo “estaba trastornado”, y que no quería hablar de él en los días que se encontraba allí de visita. En Navidad, Belén vio que Déborah había vuelto a salir con Pablo. 

En enero, Pablo se marchó a trabajar a Argentina. Entre febrero y marzo, Déborah recibió unas llamadas amenazantes desde Argentina, hechas por una mujer. Más tarde, la joven se lo contó a su familia. 

“Déborah tuvo un conflicto interno a raíz de esas llamadas”, asegura Rosa Fernández Cervera, la hermana pequeña de la Déborah. 

Más tarde, familia y amigos de Déborah se enteraron de que en abril, cuando la chica desapareció, Pablo estaba en Vigo. 

Déborah Fernández, asesinada en 2002, mirando a cámara sonriendo

El día de su desaparición, Déborah acudió a la peluquería y desde allí, concretó, mediante una llamada, verse más tarde con Pablo, para solucionar el tema de las amenazas en Argentina. 

Las infidelidades de Pablo a Déborah se conocieron en el pueblo. José, hermano de la joven, lamenta que última conversación que tuvieron fue una discusión por su relación con Pablo. 

Tras la peluquería, y una siesta. Déborah salió a pasear. Fue la última vez que se la vio con vida. 

Ahora, Pablo vive a caballo entre Galicia y Argentina, trabajando en el sector del pescado. El exnovio de Déborah, está casado y tiene un hijo. 

El sumario incompleto y el miedo a que el caso prescriba

En 2014, se reabrió el caso de Déborah para incorporar unos análisis de ADN pendientes, pero que tenían escasa relevancia para la causa. En 2016, una nueva jueza se hizo con el caso y le pidió a fiscalía que le informase de la causa. El fiscal le dijo a dicha jueza que archivase la causa, y ella así lo hizo. 

En 2017, tras quince años de pistas falsas y de que nadie fuese detenido por la muerte de Déborah, su hermana Rosa pidió una copia del sumario. Cuando Rosa y su familia se dan cuenta de que hay muchas pistas y declaraciones que no constan en el sumario del caso.

En noviembre de 2019, el caso se reabrió ante el temor de la familia a que el caso prescribiese. Se consiguió, entre otras diligencias, que se exhumase el cuerpo de Déborah para buscar pruebas y que se tomaran muestras de ADN a más de 30 personas.

En este tiempo se descubrió también que el ordenador de Déborah, con el que se relacionaba con su red de amigos, había estado extraviado en dependencias policiales durante más de diez años. 

Tras la aparición del ordenador se supo que el mismo había sufrido un borrado masivo mientras estaba en manos de la policía. El móvil de Déborah, que se perdió hacía 20 años, apareció en dependencias de la Policía Nacional de Madrid

Pese a todos los equipos de investigación que se han hecho cargo del mismo, todos tenían un sospechoso común: Pablo. Pese a haberle tomado declaración en varias ocasiones, nunca fue llamado a declarar. 

Las declaraciones y mentiras de Pablo

El 11 de marzo de 2022, 20 años después de la desaparición de Déborah, Pablo acudía por primera vez a declarar a un juzgado. En esa comparecencia, el hombre negó cualquier vinculación con la muerte y desaparición de Déborah. Las declaraciones que hizo Pablo se fueron contradiciendo a lo largo del tiempo. 

Entre otras incongruencias de Pablo destacan dos de ellas. La primera en la que Pablo aseguraba no haber mantenido contacto con Déborah. Más tarde confirmó que habían hablado por teléfono cuando la joven estaba en la peluquería. 

Tras la desaparición de Déborah, Pablo había llamado al cuñado de la joven preguntando por ella, pero nunca más llamó a la joven. 

El otro elemento que llamó la atención de los investigadores fue el coche de Pablo. Días después de la desaparición de Déborah, el joven aparca su coche en un parking público cerca de su casa

Cartel en un coche, sobre el caso de Déborah Fernández

La hermana y la prima de la víctima explicaron a la Policía que el ahora investigado les explicó que había dejado ahí el coche porque olía muy mal y que había tenido que limpiar el vehículo en profundidad, ya que se había olvidado dentro unos langostinos.

Pese a todas estas pistas que podían llegar a incriminar a Pablo, el ahora empresario nunca fue incriminado por falta de pruebas. 

Para los padres de Déborah han existido numerosas negligencias en la investigación de la muerte de su hija. Creen, con firmeza, que Pablo podría haber recibido un trato diferente ante la justicia, ya que únicamente ha estado relacionado con el caso en calidad de investigado.

Ahora, la familia ha pedido el sobreseimiento del caso “ante la inacción de la justicia”. Por este trato de la justicia, la familia de Déborah se opone a una prórroga de la investigación. 

Ahora, esto supone que el caso, que se reabrió en 2019, quedará cerrado temporalmente y únicamente se reabrirá si aparecen pruebas nuevas.

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