¿Y si no hay ley de amnistía, qué?
Pongámonos en el supuesto de que no se aprueba la ley: Junts per Catalunya no dejará caer a Pedro Sánchez a corto plazo, lo pondrá en el congelador hasta las catalanas
Moncloa ya se prepara para cualquier posible escenario tras el fracaso de la ley de amnistía. La lógica invitaría a pensar que Puigdemont y Sánchez volverán a ponerse de acuerdo, que se aprobará la norma tal y como está y que se intentará modificar la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Decimos intentará porque Podemos no ve claro este camino y es tal la debilidad del PSOE que ante cualquier movimiento se muestra el abismo bajo sus pies.
Ahora bien, ya sabemos que hacer una previsión con Carles Puigdemont de por medio es un deporte de riesgo y que su modo de valorar daños y riesgos no es muy común. El seny debería hacerle ver que no habrá una amnistía que cubra su situación personal al 100% y que el poder judicial tendrá siempre su propio mecanismo para investigarlo. Además, el PSOE parece dispuesto a no integrar la traición al Estado dentro de la norma, así que Waterloo deberá escoger: una ley que salva a miles de personas y lo deje a él y alguno más en el limbo, o nada. Y nada quiere decir que sus "represaliados" deberán enfrentarse a juicios, penas y multas.
Repetimos: no nos jugaríamos ni un euro en una apuesta sobre la decisión de Junts con la ley de amnistía. Sin embargo, haremos un ejercicio de política ficción: pongámonos en la situación que Puigdemont se enroca, la ley no se aprueba en la Comisión de Justicia y no hay amnistía. ¿Entonces, qué? Se abre un nuevo escenario y múltiples derivadas.
No hay amnistía, la atención se traslada a Cataluña
Si la norma no prospera, volveremos al relato de la dialéctica, las proclamas y la bandera. No lo olviden, las elecciones catalanas están a la vuelta de la esquina y Carles Puigdemont aprovechará la coyuntura y pondrá la legislatura española en stand by. No hará caer el Gobierno de Pedro Sánchez, pero se distanciará hasta las elecciones al Parlament. Después ya veremos.
Esto significaría prorrogar presupuestos y una inacción política en el Congreso que se alargaría prácticamente todo el 2024. Junts y el PSOE no romperían relaciones, no se engañen, simplemente esta quedaría a expensas de lo que suceda en Cataluña. Sin embargo, Puigdemont lo utilizaría para marcar su propio perfil, diferenciarse otra vez de Esquerra y hasta ser cabeza de cartel como "represaliado". El problema para Carles es cómo explica que casi 1.500 personas seguirán con causas judiciales abiertas o condenas por su decisión personal.
Sin amnistía no se acaba Frankenstein, por lo menos a corto plazo. Pedro Sánchez sobrevivirá unos meses y Carles Puigdemont no lo dejará caer hasta las elecciones catalanas. En función del resultado, decidirá.
Es triste constatarlo, pero la política se ha convertido en aquello que sucede entre elecciones, de modo que todo lo demás -las leyes, la política que incida en la sociedad- pasa a segundo plano. Sucedió durante el 2023 y volverá a pasar ahora. Si no hay amnistía, claro. Es lo que tiene depender de Carles Puigdemont.
Más noticias: