Transeúntes inmigrantes en una céntrica calle de Barcelona andando de espaldas a la cámara
POLÍTICA

La última ocurrencia woke: pedir a los inmigrantes que se integren es fascista

Según un prestigioso profesor universitario, 'no hay nada más fascista que pedir a los inmigrantes que se integren'

La izquierda posmoderna parece empeñada en poner a prueba la resistencia del poco sentido común que les queda. Especialmente con la inmigración, que se ha convertido en un tema incómodo para la izquierda porque enfrenta sus ideas preconcebidas con las contradicciones sociales crecientes. Esto acaba situando su discurso en una esfera abstracta y ficticia desligada de realidad, como demuestra el último artículo del profesor Pau Luque en el diario El País.

El barcelonés Pau Luque es profesor de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En un artículo reciente, aborda el reto de la integración de la inmigración, sobre todo la de orígen islámico, en España. Utiliza como pretexto la propuesta de Vox de “prohibir la entrada en España de inmigrantes procedentes de países de cultura islámica, en tanto no se pueda asegurar su correcta y pacífica integración en territorio nacional".

El profesor considera que esta proposición “estigmatiza a los migrantes o hijo o nietos de migrantes de orígen árabe aunque no practiquen el islam”. Pero, sobre todo, considera aberrante la idea de la integración correcta y pacífica de los inmigrantes. De hecho, afirma que “hay pocas ideas sustantivamente más fascistas que aquella según la cual los migrantes deben integrarse”.

El surrealista debate sobre la integración

Según el profesor, "para pedir a alguien que se integre hay que creer que tenemos más derechos que quien llega de fuera simplemente porque nosotros estábamos antes que tú en esta tierra". Desde esta óptica, no entiende que los nacionales de un territorio pidan a quien llega que renuncia "a su forma de vida y se conforme a la nuestra". Esto para él es quitarle autonomía a los migrantes, y ejercer un "nacionalismo excluyente" que acepta a los migrantes "siempre y cuando paguen el peaje de integrarse".

Una pareja de personas mayores caminando por una calle urbana, el hombre lleva una maleta con ruedas y la mujer viste un atuendo tradicional.

Y es que para él, "la idea de la integración es desagradable ya en abstracto", pero cuando esta la ejercen los países "con un pasado colonialista", se vuelve aún más despreciable. "Resulta que los herederos de quienes han colonizado tierras durante siglos ahora exigiremos a los herederos de las tierras colonizadas que acepten definitivamente que nosotros siempre tuvimos razón", argumenta. Aunque lo peor, para él, es que la obsesión integradora nos priva de "un nuevo nosotros político" que nos hace reaccionarios y nos impide evolucionar.

En resumen, este filósofo considera que los habitantes de un territorio, en este caso España, no tienen derecho a exigir la integración de los inmigrantes por poseer un pasado colonial. No solo eso, sino que al exigir la integración impiden la revisión del nosotros político que nos impide evolucionar. Acaba recurriendo a la Selección Española, Nico Williams y Lamine Yamal, para decir que es "el triunfo de la sociedad española y la derrota de la nación española", o sea, "una alegoría de nosotros mismos".

La irresponsabilidad de obviar la realidad

El profesor Pau Luque recurre a la abstracción filosófica para evitar enfrentarse a una realidad que no sostiente su discurso. Podría, por ejemplo, haber explorado la contradicción entre los valores de la cultura islámica y la cultura occidental en lo que respecta a los derechos humanos y de la mujer. O al respeto animal, por ejemplo con el sacrificio halal de animales sin tener en cuenta el sufrimiento de las reses.

Además, el filósofo parte de una premisa falaz. Lo que cada vez más españoles demanda no es que los inmigrantes renuncien a su forma de vida como dice el autor del artículo, lo cual sería asimilación y no integración, sino que respeten las bases mínimas de convivencia consolidadas por las democracias occidentales durante años. Es decir, que se integren y no asimilarlos.

Cuando no se respetan esas mínimas bases es cuando se producen contradicciones y tensiones sociales que llevan a problemas de convivencia, recelos y racismo.

Porque al final lo que parece es que la izquierda lo que quiere es que pidamos perdón por nuestro pasado colonial y permitamos que los inmigrantes vivan aquí sin integrarse. Es decir, sin cumplir las normas básicas de convivencian que permiten afrontar con mayores garantías el difícil reto la integración de oleadas masivas de inmigración.

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