La última batalla de Aragonès: comienza la negociación del presupuesto
El Govern espera aprobar las últimas cuentas de la legislatura, que permitirían a Aragonès agotar el mandato y postergar, si así lo quisiera, las elecciones hasta febrero de 2025
La cuenta atrás para el Govern de Pere Aragonès ya ha comenzado. La legislatura, que arrancó en la primavera de 2021, encara ya su tramo final tras casi tres años de vicisitudes. Con la llegada de 2024, el ejecutivo catalán afrontará su último año de mandato, que no se antoja nada fácil.
Un plazo que podría no ser tal: todo depende de lo que ocurra en el Parlament en las próximas semanas. El Govern afronta una cita ineludible si quiere salvar el final del mandato. La aprobación del presupuesto de la Generalitat para 2024 va a constituir su último gran reto; la última gran batalla del ‘president’ Aragonès.
Si lo logra, en su mano estará la posibilidad de agotar la legislatura —cuya expiración legal se sitúa en febrero de 2025. Pese a ello, todo apunta que Aragonès podría adelantarlas a 2024, algo a lo que se vería obligado si no lograra aprobar las cuentas. No obstante, esta posibilidad parece improbable y todo apunta a que ERC, pese a contar con tan solo 33 diputados, puede conseguir los apoyos necesarios.
El Govern, dispuesto para la aprobación de sus terceros presupuestos
Con este objetivo se ha puesto a trabajar Pere Aragonès en los últimos días. A finales de la semana pasada, ERC hizo un primer encuentro con Junts per Catalunya. Sin embargo, las asperezas que mantienen ambas formaciones enfrían la posibilidad de un acuerdo. Hoy por hoy, todas las quinielas apuntan a una reedición del acuerdo para los presupuestos vigentes: una alianza tripartita entre ERC, el PSC y los Comunes.
El Govern de ERC inició su andadura con buen pie: por primera vez en doce años, aprobó las cuentas en tiempo y forma. Ello permitió que, en 2022, el presupuesto entrara en vigor el día que toca: el 1 de enero. En aquel momento, el ejecutivo catalán estaba aún integrado por ERC y Junts, que votaron el presupuesto, aunque perdieron el apoyo del tercer socio ‘procesista’: la CUP.
Fue En Comú Podem la fuerza política que, con su abstención, permitió la aprobación de los primeros presupuestos de Pere Aragonès. Para las cuentas de 2023, tal y como relatábamos, Junts, que acababa de salir del Govern, no dio su apoyo a ERC. Los republicanos lograron un rápido acuerdo con los Comunes, y acabaron pactando con el PSC tras una intensa negociación, con Hard Rock o el Cuarto Cinturón como principales sapos que tuvo que tragar Aragonès.
ERC, Junts y CUP: un acuerdo improbable
La tesitura preelectoral en la que se encuentra Cataluña dibuja como altamente improbable un acuerdo entre las dos principales fuerzas ‘procesistas’. ERC y Junts, divorciados oficialmente desde octubre de 2022 pero en desamor desde años antes, se encuentran en un momento nefasto de sus relaciones. La proximidad de las elecciones autonómicas y la competencia mutua por captar el grueso del voto ‘procesista’ obligan a ambas fuerzas a rivalizar.
Pese a que el contexto les conduce a ello, lo cierto es que ambas formaciones han sido incapaces de trazar estrategias conjuntas desde 2017. La muestra más reciente es la negociación para la investidura de Pedro Sánchez, en la que han jugado sus cartas por separado aun defendiendo, a menudo, medidas similares, cuando no exactamente iguales. Aunque la rebaja del tramo autonómico del IRPF con la que el Govern acompaña el presupuesto era una de las demandas de Junts en 2023, el apoyo de los de Puigdemont a los números de Aragonès es objetivamente muy complicado.
No menos difícil es que ERC alcance un pacto por el presupuesto de 2024 con el otro partido independentista del Parlament, la CUP. Los anticapitalistas han seguido su tónica habitual, haciendo llegar a Aragonès su lista de exigencias, a partir de la cual podrían negociar las cuentas. Eso sí, sin comprometerse siquiera a votarlas de manera favorable.
La CUP demanda al Govern que abandone por completo proyectos como la ampliación del aeropuerto del Prat, Hard Rock o el Cuarto Cinturón. Los tres proyectos que permitirían simplemente negociar con la CUP dinamitarían por completo cualquier opción de entendimiento con el PSC. Simplemente por ello, republicanos y ‘cupaires’ son agua y aceite en esta negociación presupuestaria.
ERC, PSC y En Comú Podem, la fórmula más probable para el acuerdo
Ante todo ello, la fórmula que se prevé más probable para la aprobación del presupuesto de 2024 pasa por repetir la de 2023. Aunque no se reconozca —todavía— en público, la apuesta de ERC es reeditar el acuerdo con el PSC y con En Comú Podem. Es, de hecho, prácticamente la única posibilidad real que se contempla desde los entresijos de la plaza de Sant Jaume.
Que sea la opción más probable no implica, en absoluto, que las próximas semanas de negociación vayan a ser sencillas. Con las cartas sobre la mesa y ‘a priori’, las exigencias del PSC y de En Comú Podem caminan en sentidos opuestos. Esta misma situación se dio también hace un año, cuando se acabó logrando el acuerdo, de modo que hay optimismo en las filas republicanas en el sentido de repetir la operación de 2023.
Tras el apoyo de ERC a Pedro Sánchez, el PSC parece no querer ponérselo difícil a ERC. Los de Salvador Illa piden avances más concretos en aquellos proyectos pactados hace un año y en los que creen que no se ha progresado suficientemente. De nuevo, el terceto de grandes proyectos: Hard Rock, Cuarto Cinturón y reforma del aeropuerto.
Para los socialistas, los progresos en los tres proyectos son condición ‘sine qua non’ para negociar las cuentas. La tercera fuerza en discordia, En Comú Podem, sitúa como gran demanda la paralización del proyecto de Hard Rock en Vila-seca y Salou. La premisa es, como salta a la vista, una flagrante contradicción con las exigencias del PSC.
A una semana de las fechas navideñas, arrancan unas negociaciones que se prevén complejas pero que tienen ya todas las cartas en juego. Es, pues, la hora de hallar los encajes necesarios para que la Generalitat apruebe presupuestos y Aragonès pueda salvar una legislatura de endemoniada aritmética.
Con todos estos elementos sobre la mesa, el turno es para el Govern. Aunque el acuerdo, muy probablemente con el PSC y En Comú Podem, parece factible, Aragonès deberá batallar para lograr la posibilidad de agotar la legislatura.
En un contexto de proximidad con las urnas, todas las formaciones jugarán sus cartas con la vista puesta a las elecciones autonómicas. Los presupuestos serán, de este modo, el prólogo de la cita que Cataluña tiene con las urnas y con un más que probable cambio de etapa en la Generalitat.
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