Montaje con un primer plano de Jaume Collboni y otro de Salvador Illa con una imagen difuminada de fondo de la fachada del Ayuntamiento de Barcelona
POLÍTICA

Tripartito a la vista (también) en Barcelona

La buena sintonía entre Comuns y PSC en el Parlament facilitan un acercamiento en la ciudad condal

Lejos han quedado aquellos primeros titubeos del recién proclamado alcalde Jaume Collboni con Xavier Trias para explorar una sociovergencia en Barcelona. Eran momentos en los que Junts se acercaba al PSOE para negociar una investidura en España, y el modelo de orden del PSC en la ciudad condal parecía encajar más con el de Trias que con el del colauismo. Pero las diferencias fueron alejando a Collboni de Trias y acercándolo a ERC, con la incógnita de qué hacer con Ada Colau.

Durante estos meses se ha demostrado que la política nacional, autonómica y municipal están estrechamente vinculadas. El pacto de investidura entre ERC y el PSC en el Parlament, y la buena sintonía entre Comuns y socialistas, parecen haber roto los diques que impedían un gobierno tripartito en la ciudad condal. El paso al lado de Ada Colau ha sido el factor determinante para el acercamiento definitivo entre Comuns y PSC en el ayuntamiento de Barcelona.

Dos personas sentadas en un banco de madera, una de ellas lleva gafas y la otra una bufanda.

Se consolida así la idea del tripartito progresista como el nuevo poder hegemónico que va a gobernar Cataluña y su capital en los próximos años. El PSC confía en ir ensanchando su base mientras se apoya en republicanos y comunes, que parecen socios más fiables que un Junts pilotado por el impetuoso Puigdemont. Y ERC y Comuns escogen al PSC para superar sus crisis internas estando lo más cerca posible del poder.

El acercamiento entre PSC y Comuns

El deshielo PSC-Comuns en Barcelona se ha materializado con el principio de acuerdo para regular los alquileres de temporada. Esto allana el camino para la aprobación de los presupuestos del 2025, ya que los Comunes lo habían puesto como condición previa indispensable. Socialistas, republicanos y comunes liman ahora asperezas en la negociación de las ordenanzas fiscales, como ensayo general para las cuentas del año que viene.

En el PSC respiran más aliviados y creen que este debe ser un primer paso para incorporar definitivamente a los comunes en el gobierno. Un paso que hasta ahora se había demorado por la incómoda presencia de Ada Colau. Pero que ahora, con la exalcaldesa fuera y el grupo liderado por Janet Sanz, del sector más pragmático, se antoja como una realidad más real.

Además, tanto en el grupo municipal socialista como en el grupo de Barcelona en Comú ha habido un toque de corneta de las altas esferas de sus partidos. El gobierno de Salvador Illa necesita fortalecer sus alianzas debido a la debilidad de su gobierno, con tan solo 42 diputados de 135, y el tripartito de Barcelona es clave para tener atados a sus aliados. Los Comunes también necesitan acercarse al PSC en Barcelona para ser influyentes en el gobierno catalán con cuestiones como la vivienda.

Intereses compartidos

En Cataluña los nombres han sido siempre muy importantes: primero fue el pujolismo, luego el tripartito, luego el procés, y ahora un nuevo tripartito. El PSC es quien abandera la necesidad de abrir una nueva etapa en Cataluña que garantice la estabilidad de una mayoría progresista en los próximos años. Una tesis que no ven con mala cara ERC y los Comunes, cuya alternativa es el abismo.

Dos hombres conversando en un entorno formal con personas al fondo.

Los Comunes, y sobre todo Esquerra, saben que la nueva alianza en Cataluña (y también en Barcelona) implica cabalgar las contradicciones. Sobre todo en ERC, donde pesa la rémora de sostener al "presidente del 155", pero también en los Comunes, que no dejan de ver al PSC como un partido de orden más a la derecha que a la izquierda. Pero ambos creen que si son capaces de influir en sus políticas, podrán convertir las contradicciones en una oportunidad.

Ambos juegan con la necesidad del PSC, que tanto en Barcelona como en Cataluña gobiernan en minoría y necesitan ceder en sus políticas para tener estabilidad. La decisión de no entrar en el gobierno, tanto en Barcelona como, sobre todo, en Cataluña, es más una cuestión de estética. Pero es evidente que el acuerdo de investidura de Illa ha abierto el camino para que Collboni resuelva definitivamente la incógnita de sus alianzas en el ayuntamiento de Barcelona.

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