Todos contra Convergencia mientras todos intentan ser Convergencia
Junts, el PSC y ERC recuperan altos cargos de CiU para ocupar la centralidad política a pocos días de las elecciones
Durante años, Convergencia Democrática de Cataluña era el lobo, el malo de la película. No sus corruptelas, su confusión entre país y partido, sino una ideología política de centro-derecha, de cierto orden. El Procés viró tanto hacia la izquierda, que todo lo que hacía olor a conservador era el demonio.
Decir convergentes a los de Junts era un insulto, denigrarles. Y estos se lo creyeron y se acomplejaron. Carles Puigdemont, de hecho, aún sufre este síndrome y prefiere no hablar de ideología para no mojarse. Si se fijan, al de Amer le cuesta hablar de impuestos y hasta se metió en un lío con el Hard Rock por querer quedar bien.
Sin embargo, algo está cambiando en Cataluña. El parlamento más de izquierdas de Europa, que dice Jéssica Albiach, ya no lo será tanto a partir del domingo y las tres izquierdas más allá del PSC sufrirán bajadas en votos y escaños. No es algo extraordinario, todo lo contrario: el Parlament se normaliza tras un Procés que hizo que gente de orden compartiera lucha con la CUP.
Hay dos ejemplos claros de un cambio de tendencia que empezará domingo y que se acentuará en los próximos años. De un lado, solo hace falta ver en qué actos electorales vemos a gente joven. La CUP sufre y mucho para sumar a primeros votantes, mientras que las nuevas derechas llenan sus actos de chicos de 18 a 20 años. El otro detalle es la voluntad del PSC, ERC y Junts de recuperar ciertos valores y activos de CiU.
Todos quieren ser Convergencia
Parece que poco a poco Junts se va desacomplejando y reivindica su pasado convergente. Si dejamos Puigdemont a un lado, otros dirigentes del partido ya hace meses que predican un discurso más conservador. Lo hemos visto con sus alcaldes en el Maresme o en la figura de Jaume Giró. En la campaña, además, han recuperado a Jordi Pujol y Artur Mas, los dos presidents que ha tenido Convergencia.
Junts busca con estos movimientos una centralidad que ahora tiene el PSC. Salvador Illa leyó muy bien el viraje wokista de Junts y no dudó en ocupar este espacio con figuras como Espadaler o con el apoyo de Sámper y Santi Vila. Justo el otro día, el líder del PSC se fotografiaba con Miquel Roca, uno de los fundadores de CDC.
Da la sensación que sectores económicos y de la vieja guardia política todavía no se fían de Junts, que sigue sin romper con la CUP, y prefieren la opción socialista, mucho menos de izquierdas en Barcelona que en el Congreso, la verdad.
El último que ha querido sumarse al carro convergente es Esquerra, que a la práctica hace un lustro que juega con el peix al cove de Pujol. En estas elecciones presenta a Carles Campuzano, consejero de Aragonès desde 2022, y ha recibido el apoyo de Mas-Colell. Este mismo jueves ha sabido que antiguos cargos de CiU como Quim Nin, Montserrat Candini o Maria Victòria Forns votarán ERC.
Mientras, los Comuns y la CUP siguen usando a Convergencia como insulto y reproche electoral. Las dos formaciones pueden sufrir una bajada electoral severa el domingo, quizás porque aún no han entendido que algo está cambiando. No es que vuelva Convergencia, es que la gente pide un poco de orden y sentido común a sus partidos.
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