La última del procesismo: el auge de Sílvia Orriols también es culpa de España
Los digitales afines a Waterloo empiezan a difundir la idea de que el españolismo está detrás del ascenso de la extrema
El procesismo, tan acostumbrado a las conspiraciones y a ver operaciones por todas partes, se ha acabado convenciendo de que todos los males vienen de España. Ahora relacionan el auge del independentismo identitario a una operación española para hundir al soberanismo catalán. Forma parte de la ofensiva de Waterloo y su entorno contra la principal amenaza electoral de Carles Puigdemont, que es Sílvia Orriols.
El origen de la teoría de la conspiración surge de una entrevista de El Mundo a la alcaldesa de Ripoll, y una encuesta de Crónica Global sobre la intención de voto en Cataluña que es la primera que incluye a Aliança Catalana. Motivo suficiente para pensar mal. La prensa cercana a Puigdemont ya ha empezado a sembrar las sospechas sobre una supuesta trama española con Sílvia Orriols como tonto útil.
La teoría parece cuanto menos curiosa, teniendo en cuenta que fueron los propios medios catalanes quienes impusieron un cordón sanitario mediático a Aliança Catalana. La prensa española no hace más que interesarse por un fenómeno, el auge del independentismo antiinmigración, que empezó hace meses. Pero la estrategia del procesismo es clara, y consiste en neutralizar la amenaza de Sílvia Orriols presentándola como instrumento del españolismo.
La teoría de la conspiración
El procesismo ilustrado está difundiendo la teoría de que el Estado español utiliza el auge de Aliança Catalana para desprestigiar al soberanismo catalán. Incluso comparan el auge de Sílvia Orriols con el de Albert Rivera y Ciudadanos hace años. Si aquello fue una operación de Estado para acabar con Podemos, ahora se repite la misma operación para acabar con el procesismo.
El españolismo aprovecharía ahora para magnificar un movimiento condenado a la marginalidad pero que está teniendo eco gracias al ruido en las redes sociales. “Ríete de la trama rusa”, se puede leer en uno de esos digitales procesistas, “la extrema derecha independentista es el instrumento perfecto para hundir al soberanismo en el pozo más oscuro del desprestigio internacional. El estado español lo sabe, y ha encontrado en Aliança Catalana una grieta viable para ponerse manos a la obra”.
Este independentismo de corte puigdemontista aprovecha para cargar las tintas contra la “izquierda españolista”. Advierten del peligro de caer en la trampa de esta izquierda que reduce la pluralidad independentista a un identitarismo excluyente. Y señalan el peligro de división del movimiento (o lo que queda de él) y su incapacidad para hacer frente a la tentación identitaria que crece en su seno.
La agonía del procesismo
Es curioso que el procesismo utilice ahora estos argumentos cuando el independentismo catalán ha jugado siempre a meter en el mismo saco al PP y al PSOE con Vox. Para ellos todo lo español es fascismo, pero en cambio no todo el independentismo es de extrema derecha. De hecho, siempre insisten en señalar a la extrema derecha como una anomalía que hay que extirpar dentro del independentismo.
La realidad es que el independentismo identitario ha crecido al calor del agotamiento del modelo migratorio auspiciado por ERC y Junts, y de la frustración de las esperanzas creadas por el propio Procés. En la raíz de su éxito residen las causas del declive del procesismo. Tampoco parece que a estas alturas necesita a Aliança Catalana para desprestigiar a un movimiento que hace tiempo que se desprestigió él solo.
Hasta hace poco el independentismo vendía la idea de que la extrema derecha era un mal exclusivo de España. El auge de Aliança Catalana rompe con este discurso, y sumado al temor que generan su impacto electoral es normal que en ciertos espacios empiecen a buscar fantasmas donde no los hay. Incluso que intenten hacer creer que Aliança Catalana, como la deuda fiscal, que los trenes lleguen tarde o el mal juego del Barça, es culpa de España.
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