Sociovergencia a la desesperada, la vía que ya exploran Illa y Puigdemont
La repetición electoral no beneficia a ninguno de los dos, y cualquier otra opción parece ahora mismo inviable
Si no hay un vuelco inesperado, algo poco probable a estas alturas de la película, Cataluña va camino de entrar en un bloqueo político tras las elecciones del 12 de mayo. El PSC sigue encabezando las encuestas, pero todavía muy lejos de la mayoría absoluta. Salvador Illa estará obligado a negociar, pero ERC ha descartado pactar con ellos y Carles Puigdemont no dará sus votos a los socialistas para perder el poco crédito que tiene ante la parroquia independentista.
Según las encuestas el independentismo tampoco suma, así que si nada lo remedia el país se verá abocado a una repetición electoral en otoño. Sin embargo, sí hay una opción remota que pasa porque Carles Puigdemont gane las elecciones y Salvador Illa facilite su investidura. El precio sería, evidentemente, garantizar la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, que ahora mismo pende de un hilo.
En Moncloa saben que un bloqueo en Cataluña sería el principio del fin de Pedro Sánchez, que ya se ha visto obligado a prorrogar los presupuestos de este año. También se juega mucho Junts, que sin gobierno en Madrid y con el bloqueo en Cataluña se vería sometido a un desgaste con incierto desenlace. Más allá de la rivalidad lógica de la campaña electoral, PSC y Junts podrían inaugurar tras el 12-M una nueva ronda de negociaciones, esta vez para evitar el bloqueo político e investir un gobierno en Cataluña.
PSC y Junts, más cerca de lo que parece
Salvador Illa ha dejado entrever que no será un obstáculo para la ejecución de las órdenes que lleguen de Ferraz tras la cita electoral de mayo. Puigdemont ha optado de momento por la amenaza al PSOE, afirmando que un boicot a su presidencia pondría en riesgo la alianza en Madrid. Pero en Ferraz son optimistas y creen que si ya han domado a Puigdemont una vez, pueden volver a hacerlo cuando llegue el momento.
Es verdad que Salvador Illa y Carles Puigdemont no tienen la mejor sintonía, pero es aquí donde entrarían en juego los equipos negociadores como ya pasó tras el 23-J. Jordi Turrull volvería a ser el hombre clave de Junts, mientras que el PSC cuenta con una figura cercana a los postconvergentes como la número dos de Illa, Maria Lluïsa Moret. El distanciamiento entre ERC y Junts allana el camino para la sociovergencia, aunque esta vez Puigdemont tendría que hacer auténticos malabarismos para defender su decisión.
La investidura podría ser relativamente sencilla si socialistas y juntaires se acaban viendo empujados por la necesidad. Al final, se trata de un simple reparto de poder que unos y otros verían como una prolongación del pacto de investidura firmado en noviembre. El verdadera problema vendría después, porque gobernar implicaría tomar decisiones conjuntas, aprobar presupuestos, coordinar acciones, y eso ya es harina de otro costal.
A quién beneficiaría la reptición electoral
Cada vez más, las elecciones se van perfilando como una pugna entre el PSC y Junts, mientras que ERC parece condenado a un papel secundario y se conforma con sobrevivir. Illa y Puigdemont quieren dar el golpe de efecto en estas elecciones, conscientes que una repetición electoral les quitaría fuerza. Los partidos llamados a gobernar tendrían una mayor responsabilidad en el bloqueo político, y por lo tanto serían los más castigados en caso de haber nuevas elecciones.
En cambio, ERC tendría una segunda oportunidad y podría remontar en las encuestas. Pero los grandes beneficiados serían PP y Vox, que podrían concentrar el voto útil, y los partidos del independentismo indignado, que se beneficiarían del declive de ERC y Junts. En realidad es poco probable que los bloques se movieran significativamente, así que el bloqueo político seguiría y los más votados volverían a tener la responsabilidad de formar una mayoría parlamentaria.
En Ferraz ven el futuro inmediato con pavor, y creen que la sociovergencia en Cataluña sería el mal menor para salvar el momento actual de crisis. En Waterloo están dispuestos a tragarse los sapos que haga falta siempre que Puigdemont sea presidente, porque creen que una vez en el poder podrá llevar adelante sus planes y callar bocas. La repetición electoral y la ausencia de poder supondría un abismo para los dos, y esto les obliga a negociar llegado el momento aunque sea a la desesperada.
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