
Seis años de Gobierno ‘progresista’: seis años de decadencia económica para la mayoría
Los tres grandes fracasos de la izquierda en España: desigualdad, renta per cápita estancada y la juventud olvidada
El FMI dijo ayer que España se iba a quedar fuera de la ralentización general de la economía global. No solo eso: España volvería a ser el motor de Europa, multiplicando el crecimiento medio de la Unión. Se confirma, pues, la tendencia macroeconómica de este Gobierno: unos datos extraordinarios y que no admiten réplica. Ahora bien, no admiten réplica a nivel macro.
Si bajamos al nivel micro, nos encontramos la cruda realidad, y de la cual ya hemos hablado en E-Notícies. Medido en términos de PIB per cápita, la riqueza real de las personas se muestra indiferente al crecimiento macroeconómico. Esto obedece a que el actual aumento del PIB viene motivado por la creación de empleo vía inmigración.

Si atendemos a los factores que de verdad aumentan la calidad de vida, los resultados son muy malos. Estos dos factores no son otros que productividad y educación, caras de una misma moneda. A la larga, un modelo económico basado en servicios de baja productividad, como el nuestro, solo sirve para rellenar los expedientes del Ministerio de Economía.
“La renta per cápita de España está a la misma distancia de la de la zona euro que en 1975, el país no ha sido capaz de reducir esa diferencia en 48 años”, decía recientemente para El Mundoel prestigioso economista Jesús Fernández Villaverde, catedrático de la Universidad de Pennsylvania. Así mismo, Fernández Villaverde no dudaba en calificar la educación como “la gran asignatura pendiente de la economía española”.
Un fracaso ‘progresista’
Que este problema es estructural se demuestra en el hecho de que, desde 2019, cuando nació el Gobierno ‘Frankenstein’, la situación solo ha ido a peor. De hecho, nos encontramos ante la curiosa situación de un Gobierno progresista que se refugia en la contabilidad macro. Atrás quedan las reivindicaciones de la izquierda de mejorar la vida “real” de “la gente”.
Y es que, ante la realidad del modelo económico, ningún Gobierno tiene el suficiente margen de maniobra para hacer reformas profundas. Entre otras cosas, porque las reformas necesarias plantean dos problemas a la política actual. El primero es que son reformas duras, y el segundo que son reformas lentas. Sobre la educación, por ejemplo, Fernández Villaverde señalaba que, como mínimo, hay que esperar veinte años para ver resultados.

De hecho, el Gobierno autocalificado como “progresista” ha profundizado en el modelo económico, y lo ha hecho a través de dos elementos: inmigración y deuda. Con respecto a la inmigración, el Gobierno ya tiene asumido que España necesita cerca de 250.000 inmigrantes anuales para mantener las cuentas públicas. Y con respecto a la deuda, es público y notorio que Sánchez ha endeudado (todavía más) al país.
Esto genera un caldo de cultivo perfecto para empobrecer a los jóvenes y a las clases obreras autóctonas. El gran síntoma de esta degradación es la vivienda, punto de encuentro de la inflación y falta de ahorro. Esto explica que la desigualdad en España - una clásica reivindicación de la izquierda - crezca cada día más, y que lo haga de manera intergeneracional.
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