Fachada del museo de las artes y la ciencia de Valencia con dos activistas pegados al cartel que hay en el lago

POLÍTICA

Se pegan a la Ciutat de les Arts para protestar y piden a la policía que las rescate

Las maneras de protestar de algunos son cada vez más innovadoras y costosas para el resto de la comunidad

Maneras de llamar la atención hay muchísimas. Algunos, como los valencianos Meconios, lo hacen con versiones más que particulares de villancicos clásicos. Otros, como los protagonistas de la noticia que nos ocupa, lo hacen de maneras más peregrinas.

También son levantinos como Los Meconios, pero al ser (dicen ellos, porque son dos biólogos aunque hablen de sí mismos en femenino) ‘activistas climáticas’ sus maneras son más revolucionarias. Y acaban mal.

I+D revolucionaria

La particular manera que estos muchachos han escogido para convertirse en noticia recuerda la de aquella okupa de Santa Coloma. Si aquella muchacha decidió meter un brazo en cemento para evitar ser desalojada de Estudi 9, estos jóvenes biólogos valencianos han seguido su ejemplo. ¿Cómo? En este caso, se encadenaron a las letras que decoran el lago de la Ciutat de les Arts i les Ciències.

El problema es que nadie les hizo demasiado caso. ¿Hubiesen estado mejor en el laboratorio haciendo su trabajo que allí pasando frío? Muy probablemente, sí. Por la mañana, cuando hacía menos frío, se habían estado entreteniendo en teñir el estanque con un producto negro que, decían ellos, era inocuo. Protestaban contra el "fraude" que consideran que es, según su parecer la COOP28.

Rescatadas por el 112

Tras unas cuantas horas (se habla de más de cinco) el frío y la humedad hicieron mella en sus ansias de protesta. No les quedó más remedio que llamar al 112. Los servicios de emergencia los desalojaron y el par de dos acabó en el Hospital de La Fe. Lo más curioso de todo fue que se han atrevido, incluso, a denunciar por negligencia por no ayudarles con la premura que deseaban.

Llamaron, al parecer, cuando vieron que por la noche hacía frío y no eran capaces de desatarse solos. En fin, un desastre. Por suerte, a diferencia de la okupa de Santa Coloma, nadie acabó con todos los huesos de un brazo rotos. De momento, no hay noticias de que el 112 tenga previsto pasarles la factura del rescate, pero sería un buen escarmiento.

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