Salvador Sostres da en el clavo hablando de Puigdemont y Junqueras
Retrata con acierto la agonía del procesismo: ‘aspiran a ser presidentes sin haber ganado nunca unas elecciones’
Salvador Sostres es una de las plumas más conocidas del ABC y del espacio conservador en general. De Barcelona y polémico, Sostres vivió un tránsito desde posiciones cercanas al independentismo hasta ser un agudo crítico del procesismo. Su última columna trata precisamente de la situación política catalana.
Con el título “Cataluña, de la aspiración nacional al abordaje de los problemas personales”, Sostres ha hecho un retrato muy acertado de la situación de fondo que hay con Puigdemont y Junqueras. La tesis del autor es clara: en última instancia, todo esto va de la ambición personal de dos figuras que no aceptan que están de salida.
Se desinfla el procés
“Dos perdedores que aspiran a ser presidentes sin haber ganado nunca unas elecciones, un candidato sin partido ni discurso y una exalcaldesa tóxica que exige lo que nadie está dispuesto a darle: problemas que fueron políticos se han vuelto personales y de personas que todos menos ellos vemos cómo empiezan a flotar sus cadáveres”. Este es el último párrafo del artículo de Salvador Sostres y que resume el panorama real de la política catalana.
Esta agonía político-personal de varios de los políticos más conocidos de Cataluña solo apunta a los últimos estertores del procés. Y el gran derrotado no es otro que el expresidente Puigdemont, que planeaba un retorno mesiánico para Cataluña que al final se ha quedado en nada. Todo ello al margen de que, como señala el autor, la unidad independentista siempre fue un espejismo por el odio que se tienen Puigdemont y Junqueras.
¿Y adónde conduce esta situación? Por lo pronto, a un retorno no demasiado épico de Puigdemont a Cataluña. “Próxima estación: la jubilación anticipada y sin poder regresar a España como Tarradellas -es lo que tenía planeado- y más allá de la fiesta que le organicen sus allegados será un particular en vuelo regular que aterrizará habiendo sido derrotado en todos sus propósitos”, dice Sostres.
Y, por otro lado, también conduce al espectáculo de un Oriol Junqueras que no cierra por completo su etapa. “Junqueras no tiene rival en Esquerra pero sí en realidad. Lo mismo que Puigdemont, tampoco ha ganado nunca unas elecciones autonómicas, ni su partido con él en la sombra, y en las europeas a las que se presentó en 2019 Puigdemont le dio una tunda histórica”.
La política catalana, en definitiva, ha sido para Sostres una competencia entre dos partidos que escondía en realidad una competencia personalista. Y que este modo de hacer política se derrumba se manifiesta en el hecho de que ninguno de los dos protagonistas (Junqueras y Puigdemont) o de los personajes secundarios (Colau) parece asumir la realidad.
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