Salvador Illa juega con el tiempo
El líder de los socialistas espera que el Govern de Aragonès cumpla lo pactado hace ya un año y deja que corra el tiempo, consciente del desgaste de ERC
Si fuera una película, uno se imagina a Salvador Illa sentado en una butaca y con una copa en la mano mirando como corre el tiempo. El líder del PSC hace tiempo que se ha dado cuenta de que el reloj va a su favor y que el Govern de Pere Aragonès se desgasta con cada nueva polémica. El trasvase de votos entre republicanos y socialistas existe, de modo que a Illa ya no le viene de un año.
Pasada la investidura de Pedro Sánchez, las miradas vuelve -al fin- al Parlament de Catalunya, donde parece que el curso político no acaba de empezar. Tocaría hablar de presupuestos, pero aquí todo el mundo ya da por asumido que, si llegan, serán a mediados de 2024, en un claro síntoma de la extraá etapa que vive la política catalana. Es lo que tiene gobernar con 33 diputados de 135 y, sobre todo, no haber cumplido con lo pactado en las cuentas de hace un año.
Si se acuerdan, Salvador Illa pactaba con Pere Aragonès la aprobación de los presupuestos a cambio de varios acuerdos. Los más importantes: El impulso del Hard Rock en Tarragona, construir la Ronda Norte -conocida como B-40- y la ampliación del aeropuerto del Prat. Un año después no hay avances sustanciales en estos tres ámbitos y el PSC ya avisa que no piensa hablar de las cuentas de 2024 con deberes encima de la mesa.
La sensación es que "qui dia passa, any empeny" en el Palau de la Generalitat. Tanto la B-40 como el Hard Rock suscitan malestar dentro de Esquerra, de modo que son las dos condiciones que ponen los socialistas para volver a sentarse. También les sirve para distanciarse de los Comuns y situarse en la centralidad política y social. Dos condiciones que solo defienden ellos y además sin prisas, claro, porque el tiempo corre, las elecciones serán en un año y el PSC es el único partido que tiene hoja de ruta y candidato.
Salvador Illa: sin forzar elecciones, pero elevando el tono
Mientras Pere Aragonès compite internamente con Junqueras y suma un desgaste tras otro, el líder de la oposición tiene marcado su camino. Pasada la investidura, el PSC ha elevado el tono, aprovechando los errores del Govern como el informe PISA para señalar la debilidad de Aragonès.
Salvador Illa habla de "cuatro años perdidos" y marca tres de los ejes en que quiere basar su discurso:renovables, educación y la sequía, "problemas reales" más allá de la amnistía y el referéndum. Es la estrategia socialista, a la que se ha sumado esta semana la portavoz del partido Èlia Tortolero. La voz del PSC atacaba a Aragonès por incumplir los acuerdos firmados hace un año: "No se puede estar tanto tiempo dándole vueltas y si no se puede cumplir, que expliquen por qué".
Es evidente que el PSC podría forzar elecciones anticipadas. Este es el principal reproche que uno le podría hacer a Salvador Illa. Tras la marcha de Junts del Govern, ha sido la muleta de Pere Aragonès, condicionado por lo sucedido en el Congreso. Pero es evidente que ahora mismo la estrategia de los socialistas catalanes es otra: dejar que ERC siga equivocándose e ir subiendo el tono de un discurso crítico con el procesismo sin pasarse.
Solo falta un año para las elecciones catalanas y, de momento, el tiempo corre a favor de Salvador Illa.
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