Jordi Borràs está en primer plano, mientras que al fondo se observa una multitud con banderas coloridas.
POLÍTICA

Sacan los colores a Jordi Borràs por sus palabras sobre la independencia: '¡Caradura!'

Los usuarios están cansados de los gurús procesistas: 'Hace gracia escuchar esta gente que se lo sabe todo a posteriori'

Que el procés estuvo marcado por una fuerte dosis de inocencia e idealismo parece innegable. Incluso se le podría calificar de cuento de hadas. Así es por lo menos como describe Jordi Borràs la idea de que la independencia iba a ser un proceso mecánico y casi natural.

Fotoperiodista y especialista en la extrema derecha, Jordi Borràs también ha formado parte del mobiliario procesista. Cercano a la CUP, Borràs vivió su momento de máximo esplendor social durante los años de la década procesista. Pero por lo que ha explicado ante los micros de Catalunya Ràdio, la situación no era tan idílica como se presentó.

Manifestación en contra del juicio del procés a once políticos independentistas catalanes

En el programa El Llindar, Borràs se ha mostrado bastante crítico con la ilusión colectiva de aquellos años. “Ha habido una candidez muy grande de una gran parte de la sociedad catalana con esto de la independencia”, dice. “Como montar un mueble del Ikea”, ha dicho en referencia aquellos que pensaban que el procés iba a llevar a la independencia.

“Un mercenario”

Estas palabras, sin embargo, no han convencido a muchos usuarios en redes sociales, que han recordado algunos mensajes de Borràs en el pasado. Cuando el 155 ya estaba en marcha, por ejemplo, el propio Borràs decía muy indignado que “Declaración de independencia ¡Ahora!”:

Esto ha llevado a más de uno a ironizar con su analogía del procés como montaje de un mueble de Ikea. “Yo diría que el fotógrafo de Vichy era uno de los que montaba muebles en una tarde, pero igual lo he soñado”, decían algunos:

Por el resto, la reacción mayoritaria ha sido la misma cuando se trata de un procesista poniendo matices: desprecio.

Son multitud los usuarios indepes que ya no se creen el relato oficial e insisten en que todo fue un engaño. Se muestran indignados ante la capacidad del procesismo para quitarse las culpas de encima.

“Qué poco tolero esta arrogancia y paternalismo barato que tiene”, “Un mercenario que ahora le toca hacer el papel de engañado”. “Hace gracia escuchar esta gente que se lo sabe todo a posteriori...”, “Aquí todo el mundo sabía de qué iba, pero nadie dijo nada”.

Este es otro ejemplo del descrédito social y político que vive el procés. Su traducción más clara fue el abstencionismo de las pasadas elecciones autonómicas. 

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