Un grupo de gente caminando por Barcelona de noche

POLÍTICA

Quiénes son los expats: los inmigrantes que sí que preocupan a la izquierda

La llegada de jóvenes a Barcelona a teletrabajar y sin intención de echar raíces, nuevo caballo de Troya

Si uno lleva un tiempo en las redes sociales se habrá dado cuenta de que hay un nuevo sector de la población que merece la burla de la izquierda catalana. Se trata de los 'expats', un término que hace referencia a los expatriados, personas -normalmente europeas- con buen sueldo, con teletrabajo y que se instalan en una ciudad temporalmente. No pretenden echar raíces, sino conocer mundo y aprovechar sus buenas condiciones laborales para instalarse en capitales de Europa asequibles para su bolsillo. 

Los expatriados saben que tarde o temprano se irán en una especie de Erasmus laboral. Muchos de ellos han encontrado en Barcelona un lugar ideal para hacer parada. El coste de vida de la capital catalana sigue siendo inferior a las grandes ciudades del norte de Europa y el clima y hacen de efecto llamada.

Es evidente que esta nueva forma de vida, que ha crecido exponencialmente tras la pandemia, puede acarrear algún problema para las ciudades que los acogen. Su capacidad adquisitiva es mayor, de modo que pueden optar a viviendas de alquiler en un mercado con escasa oferta y, por tanto, que suba el precio de estos. Realmente, el problema no lo generan ellos, sino una clase dirigente incapaz durante décadas de crear un parque público de viviendas a precios populares. Pese a esto, los 'expats' son ahora el nuevo caballo de Troya de la izquierda catalana, que los acusa de todos los males que vive Barcelona. De hecho, buena parte de estos, los han generado ellos desde las administraciones.

Fachada piso de Barcelona

Personalidades de la izquierda catalana y de sus entidades 'sociales' señalan a los 'expats' como el ejemplo de una inmigración que no se integra, que no aprende la lengua y que tensiona el mercado inmobiliario. Expertos señalan que su nula integración choca con el concepto de comunidad a la que, aseguran, estamos acostumbrados en Cataluña. Lo dice, por ejemplo, Antonio López-Garay, profesor de la UAB. En un reportaje de Vilaweb afirma que los 'expats' amenazan las bases de la sociedad mediterránea, que se "basan en la cohesión y un fuerte tejido social, conocer a tu vecino".

Los 'expats', los inmigrantes malos según algunos sectores

Esta teoría, esta estigmatización del expatriado como algo malo, ha sido asumida por buena parte de esta izquierda. El citado reportaje de Vilaweb los acusa de ser "una comunidad paralela que se gira de espaldas a la ciudad". Probablemente, llevan parte de razón y es un problema añadido en una Barcelona que se ha convertido en un escenario para el turismo. Si a esto le sumamos gente con sueldos mejores que el tuyo y una nula oferta de alquiler, el combo es explosivo y acaban pagando los de siempre, la gente trabajadora.

El nuevo orden tras el Covid ha traído una generación sin raíces, que ha hecho del teletrabajo su modo de vida. Hace años que sucede en Indonesia o en las Canarias, no es nada nuevo. Ahora llega a una Barcelona en decadencia, sin capacidad de retener a su población local y que solo tiene el turismo como sector económico.

Vista panorámica de Barcelona

La gestión de toda la inmigración

La inmigración que no se integra es siempre un problema, ciertamente. Lo es aquella con dinero que solo contempla Barcelona por su clima y los es también la que convierte barrios en una extensión de su país de origen. No es coherente exigir a los 'expats' que vivan de cara a la ciudad, que aprendan el idioma y pedir respetar a otros que no lo hacen. 

Hay estudios donde se calcula que el 10% de la población que actualmente reside en Barcelona es 'expat', aunque es difícil de saber por qué no se empadronan. La capital catalana tiene un 23% de residentes extranjeros, según el Idescat. De estos, el 37% vienen de la UE, el 6,5% de África, el 37% de América -sobre todo del Sur- y el 19,5% de Asia. Es evidente que deber existir un debate sobre la gestión de estos inmigrantes, sean expatriados o no. De hecho, cuando algunos sectores les acusan de vivir de espaldas a la ciudad, deberían pasearse por determinados barrios de Cataluña y exigirles lo mismo.

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