Quién quiere pactar con quién tras las elecciones de Cataluña: misión casi imposible

¿Les gustan las campañas electorales? Pues mejor si la respuesta es afirmativa, porque hay bastantes papeletas -electorales también- de que las elecciones catalanas se repitan en otoño. No lo digo yo, la reflexión es fruto de los vetos cruzados entre formaciones políticas. A día de hoy, solo ERC y Junts no se descartan para gobernar conjuntamente, así como el PSC y los Comuns, pero ninguna de las dos alianzas sumaría 68 votos.

Es más, puede ser que Puigdemont y Aragonès no lleguen a la mayoría absoluta aun sumando los votos de la CUP, así que ya me dirán cómo escogemos a un president así. De hecho, este viernes 26 de abril se sumaron nuevos vetos y se descartaron nuevos apoyos, así que Cataluña puede entrar en el colapso tras el 12 de mayo.

Vamos por partes. Todas las formaciones ya han comunicado (en una estrategia electoral inaudita) con quién podrían pactar y con quién no. Es el momento, pues, de mostrarlo gráficamente para entender la magnitud de la tragedia y la infantilización de la política catalana.

Es para volverse loco. El PSC mantiene la puerta a recibir los apoyos de Junts y ERC, pero las dos formaciones han avisado que no harán presidente a Salvador Illa. Es imposible que solo con los votos de los Comuns sume 68 y el líder socialista además ha descartado esta semana que pueda llegar a un acuerdo de investidura con el PP.

Pere Aragonès se abre a recibir los votos del procesismo y el PSC, pero no ganará, de modo que será ERC quien deba dar sus apoyos. No lo hará al PSC, de modo que solo le queda poder hacer presidente a Carles Puigdemont o que sea Junts quien le vote. Una opción sería un tripartito de izquierdas, pero es imposible que Aragonès quede por delante de Illa y ya ha verbalizado que no le dará sus votos.

Junts per Catalunya no se cierra demasiadas puertas, pero se encuentra pocos apoyos. Sabe que no recibirá el de los Comuns, de modo que podría llegar a los 68 con el PSC o ERC y la CUP. El problema es que Puigdemont debe quedar por delante de Salvador Illa, algo improbable a día de hoy. 

Los partidos más pequeños también tienen sus vetos. Alejandro Fernández podría llegar a votar al PSC si renuncia a pactar con el procesismo, pero Illa ya lo ha descartado. Vox no votará a ninguno de los tres grandes y asume su papel en la oposición. Los Comuns quieren un tripartito de izquierdas con el PSC y ERC, mientras que la CUP solo votaría a un gobierno procesista si se adoptan sus políticas anticapitalistas.

Sílvia Orriols ya ha manifestado que si Junts y ERC quieren sus votos deberán hablar con Aliança Catalana y asumir sus políticas en inmigración, seguridad e independencia.

¿Nuevas elecciones a la vista?

El panorama es para cambiar de lugar de residencia. O bien el procesismo suma mayoría absoluta y se pone de acuerdo, o bien Salvador Illa gobierna en solitario. Porque una cosa es no votar al líder del PSC y la otra es abstenerse. Parece complicado, la verdad. Otra opción es que Carles Puigdemont acabe remontando y superando a Illa y que los socialistas dejen hacer a Junts a cambio de estabilidad en el Congreso.

Cualquiera de las opciones es sumamente difícil, casi imposible. ¿Ven a Puigdemont abstenerse para que gobierne Illa? ¿Creen que ERC, Junts y la CUP pueden ponerse de acuerdo si suman 68? 

Y, claro, en este contexto cada vez coge más fuerza la opción de ir a nuevas elecciones. Si ningún partido rompe su veto -algo que no es descartable- volveríamos a votar en otoño. Sería una buena noticia para ERC, que seguiría gobernando la Generalitat. No sería tampoco algo malo para Junts o el PSC, aunque el contexto político en España cambia tanto en tan poco tiempo, que mejor no especular.

El caso es que hay tantos vetos cruzados, que parece muy complicado llegar a acuerdos. Si Salvador Illa logra superar la barrera de los 40 diputados, se acercaría a gobernar en solitario si logra varios apoyos de investidura y alguna abstención como la de ERC, pero no será tarea sencilla. Por si acaso, piensen que quizás deben volver a ir a votar antes de que finalice el 2024, con el permiso de las europeas.