Puigdemont y Junqueras se frotan las manos con el nuevo Pedro Sánchez
Tras la ley de amnistía se abre un escenario donde el Gobierno está más a la merced que nunca de los partidos procesistas. Un Pedro Sánchez en la UCI solo puede pasar por el aro
Ya está aquí la segunda temporada de esta serie de intriga, pasión, humor y drama que es el Frankenstein 2.0. Aprobada la ley de amnistía -a efectos prácticos ya es así- empieza una nueva etapa, condicionada por los presupuestos y el caso Koldo. Aunque en Cataluña la presunta trama de corrupción del PSOE esté prácticamente silenciada, día tras día salen nuevas informaciones que hacen crecer la tormenta en Moncloa y Ferraz.
Si uno se pasea por los medios procesistas, estos días solo se habla de amnistía, amnistía y qué pasará con la amnistía. Algunos hasta dan su opinión sobre la amnistía y ya preparan la vuelta de Puigdemont. La realidad en el Congreso es otra: Pedro Sánchez afronta su segundo semestre como presidente muy debilitado. Lejos de ser una preocupación, Junts per Catalunya y ERC lo ven como otra oportunidad.
El nuevo escenario era insospechado hace unos meses. El presidente del Gobierno ha perdido el control del relato, no parece que lo pueda recuperar a corto plazo y no tiene en mente ninguna iniciativa para marcar la agenda. Pedro Sánchez está vendido: ha tenido que asumir algunas de las condiciones de Puigdemont en la ley de amnistía y tiene por delante unos presupuestos donde todos van a querer su trozo del pastel. Además, no tiene otra alternativa que pasar por el aro y esperar que el caso Koldo no le salpique y quede en un segundo plano.
Unos presupuestos inciertos y en el peor momento
Si yo fuera Oriol Junqueras o Carles Puigdemont iría con todo. Pediría la luna, porque tras la aprobación de la ley de amnistía ya no tienen nada que perder. La voluntad era solucionar su situación personal y el de Waterloo ya la tiene en su bolsillo. Ahora es cuando se juega la credibilidad ante los suyos y debe justificar de alguna forma haber hecho presidente a Pedro Sánchez. Y, claro, Esquerra no puede ser menos que Junts en esta lucha fratricida para salir primero en la foto.
Junts per Catalunya ya habla de la autodeterminación, mientras que ERC parece que quiere profundizar en una especie de concierto económico. Hasta hace unos meses, cualquiera de los dos escenarios parecía imposible. Sin embargo, la actual posición de Pedro Sánchez y, por extensión, la de todo el Gobierno, no descarta cualquier escenario. No olvidemos que el PSOE perdió las elecciones, sufrirá una dolorosa derrota en las europeas y tiene un presunto caso de corrupción de magnitudes desconocidas.
Los partidos procesistas se frotan las manos. Pese a perder cada vez más apoyos, tienen a Pedro Sánchez a su merced y de momento ya tienen su situación personal resuelta. Les interesa que el Gobierno siga, porque en tan solo siete meses han conseguido todo lo que se han propuesto y es por este motivo que de momento ninguno de sus socios entra de lleno en el caso Koldo. Decimos de momento, porque usarán al PSOE y a Sánchez hasta que lo den por amortizado.
El presidente del Gobierno vivió ayer el primer trámite de la ley de amnistía desde Brasil. Sánchez ha optado por no aplazar su viaje y esperar que pase la tormenta desde lejos. En su plan inicial, la operación Cataluña debería justificar la amnistía y el PP debería haber perdido la Xunta. Todo lo contrario: ha estallado el caso Koldo, el ruido sobre la amnistía crecerá en los próximos días y Feijóo está más reforzado hoy que hace dos meses. Una pésima noticia para el PSOE, una gran oportunidad para los procesistas para seguir jugando con Pedro Sánchez.
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