Primer plano de Gabriel Rufián con cara de preocupación

POLÍTICA

La propuesta imposible de Gabriel Rufián

El cabeza de lista de ERC plantea el 23-J como un ultimátum que en realidad no existe

Subir el precio de la investidura de Pedro Sánchez. Esta es la máxima con la que Gabriel Rufián está armando su campaña electoral desde el minuto cero. Esta mañana ha vuelto a insistir en ello en Las Mañanas de RNE, planteando el 23-J como un ultimátum que en realidad no existe.

Gabriel Rufián ha dicho que si la suma de las izquierdas depende de ERC, condicionarán su apoyo a “la defensa de Cataluña y su libertad”. En este sentido, ha hecho un nuevo llamamiento a los partidos independentistas para consensuar un nuevo precio a la investidura de Pedro Sánchez. En sus propias palabras, “un dilema encima de la mesa al progresismo que sea Cataluña o Vox”.

Un falso dilema

Pero el ultimátum Cataluña o Vox que plantea Gabriel Rufián no deja de ser una consigna vacía sin aplicación real. Porque si Esquerra puede facilitar un gobierno con el PSOE significará que las derechas no suman. Y por lo tanto, a no ser que Rufián opte por Feijóo, cosa harto improbable, Pedro Sánchez no tendrá que escoger nunca entre Cataluña y Vox.

El cabeza de lista de ERC se inventa así una aritmética inexistente, dando a su partido un peso mayor del que realmente tiene. Su propuesta imposible parece más una llamada al electorado catalán que un análisis racional del escenario postelectoral. Además, Rufián cae en su propia trampa cuando sostiene su campaña electoral en otra pata, la del miedo a Vox.

La contradicción flagrante de Rufián

ERC, como el resto de las izquierdas, está basando su campaña electoral en agitar el miedo a la “extrema derecha”. Implícitamente subordinan así todo su programa al ensamblaje de una coalición que evite un gobierno de PP y Vox. Por lo tanto, resulta poco probable que sea Esquerra quien dinamite el acuerdo progresista facilitando un gobierno de derechas. 

Muntaje con las caras de Míriam Nogueras y Albert Botran en pequeño y la de Gabriel Rufián más grande en el centro

Y aquí es donde el discurso de Rufián se desmorona, porque si de lo que se trata es de frenar a Vox al precio que sea, el coste de la investidura baja. Es decir, si de lo que se trata es de parar a la "extrema derecha", no puede haber condiciones a la investidura de Sánchez. Y si las hay, y tan radicales como "la libertad de Cataluña", entonces la prioridad no es parar a Vox.

Al final, su planteamiento solo responde a la estrategia de presentarse como el voto útil del independentismo en Madrid. El ultimátum está mal planteado, porque el 23-J no va de Cataluña o Vox sino de la supervivencia del sanchismo o el ascenso de la nueva derecha.