Montaje de Anna Erra, Carles Puigdemont y Vicent Partal con una urna y lla bandera de Cataluña

POLÍTICA

El procesismo quiere volver a 2009

Celebran la ILP sobre la declaración unilateral de independencia como una vuelta a la consulta de Arenys de Munt


Si por algo se ha caracterizado el procesismo es por su capacidad de utilizar la aspiración independentista para sus luchas partidistas. Esto les lleva a seguir mareando la perdiz constantemente, o como dice el dicho catalán, “fer la puta i la ramoneta”. Durante el Procés solían decir aquello de “pasar de pantalla”, y eso es precisamente lo que está haciendo ahora el procesismo, pero a la inversa, volviendo a la casilla de salida.

El entorno de Junts y sus terminales mediáticas han celebrado con sorprendente efusividad la aceptación a trámite de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) sobre la declaración de la independencia. Si se recogen las firmas necesarias, la propuesta tendrá que ser debatida y votada en el pleno del Parlament. El independentismo radical lo ve como la oportunidad para volver a agitar la coctelera ahora que el movimiento está de capa caída.

Así lo ha expresado Vicent Partal en su editorial de Vilaweb, el medio afín a Waterloo y sus chiringuitos como la ACN. “Puede significar un vuelco político y anímico para el país, como lo fue años atrás la consulta popular d’Arenys de Munt y el movimiento que la siguió”, escribe el director de Vilaweb. Lo bueno del caso es que él mismo reconoce que si la ILP ha prosperado ahora “quizás sea por razones electorales”.

De hecho, hay algo muy llamativo y es que los partidos independentistas ya tienen la mayoría suficiente en el Parlament para levantar una DUI. ¿Qué les impide entonces levantar la suspensión de la Declaración Unilateral de Independencia para hacerla efectiva, como prometió Puigdemont desde el “exilio”? ¿Para qué volver a Arenys de Munt, al 2009, y tener que empezar otra vez de cero?

Volver a 2009, la propuesta del procesismo

La de Arenys de Munt fue la primera consulta municipal sobre la independencia celebrada en Cataluña. Fue en 2009, a partir de una moción presentada por la CUP y aprobada por ERC y CiU en este municipio de diez mil habitantes. Aquella consulta motivó la celebración de más votaciones en otros municipios, y el independentismo lo considera el inicio de la movilización popular que acabó desencadenando el Procés.

Partal subraya que la ILP ha sido aceptada gracias a los votos de los representantes de la mesa de Junts y la CUP, y que ERC se ha abstenido. Y esto es probablemente lo que está detrás de todo, una nueva guerra política entre Junts y ERC. Esquerra se abstiene para no propiciar un debate que le incomoda, y Junts vota a favor para marcar músculo cuando ni siquiera es capaz de sus promesas sobre la DUI.

El director de Vilaweb confía en que la gente haga suya esta propuesta y “remuevan esta balsa de aceite en la que algunos nos quieren convertir”. El problema es que el movimiento está desmovilizado, y lo está en parte porque mientras la gente quiere ir hacia adelante los procesistas ilustrados les proponen ir hacia atrás. Hacia Arenys de Munt, ni más ni menos, hasta 2009, como si hubiera energía y paciencia suficiente como soportar de nuevo la larga década de eso que llamaron Procés.

Junts, o el procesismo en estado puro

Todo este ruido en torno a una ILP beneficia sobre todo a Junts, que puede sacar pecho en plena campaña de declive de Puigdemont y su tropa. Pero la finalidad última de la ILP no es debatir la independencia en el Parlament, sino obligar a los partidos a hacer efectiva la DUI. Una DUI que Junts no quiere levantar porque ha renunciado a la unilateralidad para explorar el referéndum pactado.

Manifestación independentista

Es decir, pura gesticulación, marear la perdiz, tirar la pelota hacia adelante, vender motos, “fer la puta y la ramoneta”, procesismo puro y duro. Tirar la moviola hacia atrás y volver a Arenys de Munt va precisamente de esto. De ganar diez, quince años más, para que la élite nacionalista, convergente o republicana, pueda seguir sobreviviendo en el ecosistema catalán.

Y en medio de todo este esperpento, no lo olvidemos, está la amnistía, que el procesismo vende como el primer paso para celebrar un referéndum. También el giro de Junts hacia Convergència para volver a ser el nacionalismo catalán que hace política en Madrid. Desde luego, la oleada de ilusión de Arenys de Munt en 2009 contrasta mucho con la actual indignación del independentismo hacia los partidos procesistas, incluido Junts y su líder Puigdemont.

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