Dos personas levantando el puño en señal de protesta con banderas catalanas ondeando en el fondo.
POLÍTICA

Un procesismo bajo mínimos trata de levantar la cabeza en el aniversario del 1-O

Lluís Llach y la plana mayor de Junts tiran de nostalgia en plena crisis

La plana mayor de Junts se ha citado este pasado sábado en Arenys de Mar para conmemorar el referéndum del 1 de Octubre, del que hoy mismo se cumplen siete años. Asistieron de forma presencial el secretario general del partido, Jordi Turull, y el presidente del Parlament, Josep Rull. Participaron también de forma telemático Carles Puigdemont, y sus compañeros de “exili” Toni Comín y Lluís Puig.

Varias personas participan en la manifestación ‘Aquí no s'ha acabat res' contra la Cumbre Hispano-Francesa

Carles Puigdemont reivindicó la vigencia del 1-O, aprovechando para atacar a Salvador Illa: “No puede haber normalidad mientras existan las condiciones que hacen que tengamos que luchar con las manos atadas a la espalda y con la amenaza permanente”. Hacía referencia así a la “normalización institucional” a la que apeló Salvador Illa tras ser investido presidente de la Generalitat.

Es evidente que Carles Puigdemont sigue sin digerir la derrota electoral del 12-M y el pacto entre ERC y el PSC para hacer presidente a Salvador Illa. Siete años después del 1-O, Junts ha perdido casi todo el poder territorial que tenía, ha pasado a la oposición, el independentismo ha perdido la mayoría y Puigdemont sigue sin la amnistía por la cual invistió a Pedro Sánchez. Un balance trágico, ciertamente, que obliga al expresident a ocultar su fracaso tirando de nostalgia con el 1-O.

El independentismo da la espalda a Puigdemont

Carles Puigdemont ha reivindicado la vigencia del 1-O, pese a su acuerdo con el PSOE con el que, de hecho, ponía fin a la vía unilateral. Muchos independentistas se lo han recordado estos días en las redes sociales, señalando su traición. Tampoco olvidan que el 10 de octubre de 2017 fue Carles Puigdemont quien suspendió la independencia de Cataluña en el Parlament instantes después de haberla proclamado.

Para muchos independentistas, aquel fue el origen de la derrota del procesismo años después. Pero además, la guerra fratricida de Junts con ERC y el agotamiento de la estrategia judicial del exilio de Carles Puigdemont han acelerado el divorcio de las bases independentistas con su líder. Así es como la estrella de Puigdemont se ha ido apagando, en un proceso irreversible ni siquiera con la apelación al espíritu del 1-O.

Durante años, Puigdemont consiguió presentarse como el guardián de las esencias del 1-O, oponiendo su estrategia de la confrontación a la estrategia de a distensión de ERC. Pero el acuerdo con el PSOE dinamitó esta imagen, y puso en el mismo saco a Junts y a ERC. El saco del procesismo, que para el independentismo radical engloba a todos los traidores del mandato del referéndum del 1-O.

La ANC también se aferra al 1-O

Pocos espacios como la Assemblea Nacional Catalana (ANC) reflejan tan claramente el declive del procesismo. Una entidad que en su momento fue de masas y transversal, ha acabado reducida a un club sin influencia en las masas y con un claro favoritismo hacia el núcleo de Puigdemont. No es extraño, pues, que en pleno proceso de declive aprovechen también el aniversario del 1-O para sacar la cabeza.

La ANC ha participado también en los actos conmemorativos del 1-O, poniendo el acento en la "necesidad de pasar a la ofensiva contra el imperio español". Julià de Jódar, mano derecha de Lluís Llach, ha apelado a "una estrategia de construcción de estructuras de país ligadas a las luchas y a la gente movilizada". El mismo fin de semana, apenas pudieron concentrar un puñado de militantes en una acción de protesta en la Renfe contra el espolio español.

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