Plano medio de Andoni Ortuzar hablando en un mitin con el logo del PNV a un lado y un foto del Congreso de los Diputados de fondo
POLÍTICA

El PNV: el 'peix al cove' del norte

El nacionalismo vasco recoge la siembra

La política vasca es como la catalana pero más pragmática: una versión destilada del peix al cove. Y es que, entre tanto ruido con la amnistía, se ha pasado por alto que los diputados del PNV  son igualmente esenciales para la investidura. Ellos lo saben y han vuelto a rebañar el plato ¿Qué han conseguido esta vez?

Al PNV no le queda otra: fiarse de Sánchez 

El pacto que han firmado Sánchez  y Ortuzar  es casi idéntico al que ya tenían y que el PSOE  incumplió casi por completo. Pero si el PNV se vuelve a fiar de Sánchez es por necesidad. Bildu aprieta con fuerza y el PNV, una vez que rompe con la derecha española, necesita al PSOE para gobernar en Euskadi.

Es una evidente correlación de debilidades en la que cada cual obtiene lo que necesita. Por eso, a Pedro Sánchez no debe importarle demasiado hablar del “reconocimiento nacional” de Euskadi, de impulsar la lengua vasca y cosas por el estilo. En última instancia, son proclamas destinadas al consumo interno de la política autonómica del País Vasco.

Pero más allá de las reclamaciones etéreas que necesita cualquier partitocracia nacionalista está la realidad económica. Y es aquí dónde los vascos se han llevado el gato al agua. Si Pedro Sánchez respeta el acuerdo, Euskadi habrá conseguido lo que, de facto, persiguen también los procesistas catalanes: ser un fuero dentro de España.

Lluvia de concesiones

Lo que han conseguido los vascos está pensado para tener lo mejor de un Estado independiente pero sin serlo. Han sacado, por ejemplo, la gestión de más impuestos, los cercanías de Renfe, más competencias para la Ertaintza, entre otras cosas. Así mismo, también contemplan una cláusula foral que, en resumen, viene a decir que las leyes estatales se aplicarán si estas respetan las autonómicas.

Aunque el plato fuerte es la Seguridad Social, que va a ser cedida pero solo en su mejor cara, o sea, en la gestión. A partir de ahora, los ciudadanos recibirán su pensión con el membrete del gobierno vasco, pero será el  Estado el que pague. Así, el llamado “bote común” de las pensiones - que es de donde se saca el dinero - seguirá siendo eso: común.

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