Abascal no puede con Feijóo
Vox pierde la batalla por encabeza la oposición a Pedro Sánchez
El pacto del PSOE con los independentistas y la ley de amnistía cayeron a Vox como un regalo del cielo para salir de la crisis. Pero el partido de Santiago Abascal no ha sabido rentabilizar el descontento en las calles. Su ocaso contrasta con el ascenso de un Feijóo que empezará la legislatura como líder indiscutible de la oposición.
Una vez más se ha demostrado que la radicalidad no es siempre el camino más rápido para llegar a la meta. El mensaje incendiario de Vox y su connivencia con sectores extremistas en las protestas han limitado su papel. En cambio, Feijóo se ha reivindicado como líder de la marea antisanchista con la condena explícita de la violencia y un mensaje firme pero constructivo.
Este fin de semana, Feijóo volvió a erigirse como líder de la derecha mientras Vox iba a rebufo en otra jornada histórica. Los de Abascal cerraron en falso la crisis interna y siguen desinflándose en las encuestas. Sin embargo, la dirección parece empeñada en mantener una estrategia que no acaba de dar resultados.
Feijóo, de menos a más
Tras las elecciones del 28-M, Vox inició un declive que sigue arrastrando pese al contexto favorable en la policía nacional. En las elecciones de julio pasaron de 52 a 33 diputados, y días después Iván Espinosa de los Monteros dejó su cargo. Esto abrió una crisis que el partido cerró en falso cerrándose aún más.
Las protestas contra la amnistía abrieron una nueva oportunidad para disputar el liderazgo de la derecha con el PP. El tirón de Abascal y la falta de carisma de Feijóo daban a Vox una clara ventaja. Pero inesperadamente el PP ha sabido sacar rédito del caos mientras que los de Abascal han acabado devorados por su estrategia.
Vox optó desde el primer momento por la testosterona, como demostraron abandonando el hemiciclo en la agitada sesión de los pinganillos. Los populares, en cambio, se mantuvieron en su escaño mostrando un perfil más institucional. Alberto Núñez Feijóo sorprendió a todos días después, mostrando hechuras de presidente en el debate de investidura.
Si Feijóo ha ido de menos a más, Abascal ha ido de más a menos. Contestado por los suyos y agotado en su propio papel, ha perdido todos los pulsos que le ha planteado al PP en las comunidades autónomas. A nivel nacional, la unidad de la derecha ha supuesto en la práctica la sumisión de Vox al PP.
Vox sigue sin rumbo
Los conatos de violencia en las protestas contra el PSOE obligaban a los partidos de la derecha a posicionarse. El PP lo hizo tarde, pero rechazó explícitamente la violencia y animó a mostrar el rechazo a la amnistía por medios pacíficos. En cambio, Vox persistió en la denuncia del “golpe de estado” sin condenar la violencia.
La imagen de Santiago Abascal acudiendo a las concentraciones de asedio a la sede del PSOE contrasta con un Feijóo pletórico este domingo en la puerta del Sol. A diferencia de Vox, el PP ha entendido que la respuesta a la amnistía era el orden y no el caos. De ahí que su propuesta propositiva tenga más recorrido que la reacción instintiva de Vox.
En todos estos meses, Abascal no ha sabido encontrar la fórmula para recortar terreno al PP. Las últimas encuestas muestran un PP en ascenso y un Vox que sigue perdiendo apoyos. Ahora tendrá que decidir si sigue marcando un perfil revoltoso en el Congreso, o cambia de estrategia para intentar dar otro aire al partido.
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