Pere Aragonès, rehén de su propia indefinición durante su mandato
La manca de posicionamiento en infraestructuras clave mientras ha sido presidente le pasa ahora factura
La campaña electoral es a punto de acabarse y ya podríamos afirmar que Esquerra no ha podido cumplir su objetivo principal de hablar de propuestas y explicar la obra de gobierno. Lo han intentado, ciertamente, y hay que decir que Pere Aragonès no ha estado mal en los debates. Se los preparó a conciencia y sabía de lo que hablaba. El problema, pues, no ha ido en esta dirección.
Más allá del perfil de candidato -Aragonès no ha crecido como líder estos tres años- el principal problema de ERC es otro. Durante tres años de mandato, los republicanos han confundido la centralidad con la indefinición, probando de no enfadar a nadie. Condicionados moralmente por la CUP y los Comuns, han querido mantener su aprobación mientras buscaban la complicidad del sector productivo. El resultado ya lo tenemos en las encuestas.
Claro que Esquerra habrá hecho cosas positivas durante esta legislatura. Salvador Illa pone el ejemplo de Natàlia Garriga desde Cultura, por ejemplo. Lo que sucede es que en la mayoría de decisiones estratégicas, los republicanos no han querido tomar partido, o lo que es peor, han mostrado una disparidad de opiniones inaceptable.
El caso del Hard Rock
Posiblemente, el complejo hotelero y casino proyectado en Tarragona, conocido como Hard Rock, es el ejemplo más claro. De un lado, fue Oriol Junqueras desde el Govern en 2017 quien dijo: "El proyecto se hará y se hará bien, con medidas razonables". Con Pere Aragonès al frente, el Hard Rock no se ha desestimado, sino que ha quedado en un limbo extraño, con ERC renovando a escondidas hace unos meses las condiciones para que siga su cauce.
En el mismo momento, los dirigentes de Esquerra salían en precampaña para cuestionar el Hard Rock y mostrar su rechazo al proyecto. No tienen sentido alguno, ¿verdad?
Durante tres años, Pere Aragonès ha tenido los mecanismos para frenar el proyecto y desestimarlo y ha preferido jugar a la ambigüedad. Hemos visto políticos de su partido de Tarragona defendiendo el proyecto y a un Govern que decía que seguía los procedimientos con "mucha incomodidad". "Nos hemos encontrado con la contradicción de tirar hacia delante un proyecto que no nos gusta", decía la candidata de ERC, Raquel Sans.
La ampliación del aeropuerto
El Hard Rock no ha sido el único proyecto con el que los republicanos han enfadado a todos. Con la ampliación del aeropuerto ha pasado más de lo mismo. Pere Aragonès pactó con el Gobierno la inversión, pero el Govern se hizo atrás horas antes de ser anunciado. "El Gobierno quiere que Cataluña vuelva a ser un motor económico de España, pero no va a imponer este proyecto porque la Generalitat no lo hace posible", dijo la ministra Raquel Sánchez el septiembre de 2021.
El argumento de Pere Aragonès es que la ampliación "destrozaría" el espacio natural de La Ricarda, cercano al aeropuerto. El problema se centraba en la ampliación de la tercera pista, algo básico para el crecimiento del Prat. Pese a dejar el proyecto en un cajón, Esquerra se comprometió con Foment a escoger una propuesta de las que se presentaron, pero nada más lejos de la realidad.
Finalmente, Esquerra propuso hace pocas semanas incrementar la frecuencia de vuelos durante varias horas en verano usando dos pistas, algo que no gustó ni a vecinos, ni a los empresarios ni a los ecologistas.
A esta lista le podríamos sumar la tardanza en tomar decisiones con la sequía, los volantazos con el inicio del curso escolar o la negativa a asumir problemas de seguridad en algunos municipios para acabar enviando más Mossos. Y, claro, imagínense que alguien vota domingo en función del Hard Rock, sea a favor o en contra -les juro que conozco a alguien que lo hará-. No puede fiarse de Esquerra, porque aún no sabe si lo paralizará o lo llevará a cabo.
Parece la tormenta perfecta para Pere Aragonès. Si el candidato ya no tiene la mística de otros de sus rivales, la inconcreción durante su mandato en infraestructuras importantes le pasa ahora factura. Y ahora no vale decir que no quieren el Hard Rock y que quieren más aviones sin la tercera pista. Ahora es tarde.
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