Foto del pleno del Parlament de Catalunya mientras se vota el presupuesto para 2024
POLÍTICA

Peinetas, chuches y robos: el Parlament ha tocado fondo

Los últimos numeritos erosionan el prestigio de una institución milenaria

La institución del Parlament de Catalunya ha contado siempre con un gran prestigio, que sin embargo ahora está perdiendo a marchas forzadas. El declive político de la última década ha afectado también al prestigio de la institución. Los últimos episodios, con robo incluido, muestran que el Parlament ha tocado fondo.

La portavoz parlamentaria de Ciutadans, Anna Grau, ha denunciado el robo en su despacho de una bandera de España y otra de Israel. La formación ha denunciado los hechos ante la seguridad del Parlament y de los Mossos d’Esquadra. En Cataluña, incluso el Parlament ha dejado de ser una institución segura.

Hubo un tiempo en el que el Parlament era un lugar donde expresar la diferencia política desde el respeto y el decoro. Un lugar donde los derechos de los parlamentarios estaban garantizados con independencia de su adscripción ideológica. En los últimos años, la degradación política y la crispación han acabado con esto.

De escándalo en escándalo

El pasado mes de noviembre, la presidenta del grupo parlamentario de En Comú Podem, Jéssica Albiach, hizo una peineta al secretario general de Vox, Ignacio Garriga. Antes, se había dirigido a su bancada llamándoles “comunistas hiperventilados”. Un espectáculo lamentable para una institución que exige solemnidad.

Días después, el diputado Jaume-Alonso Cuevillas, de Junts, entró en el hemiciclo repartiendo chucherías por su aniversario. Así, el diputado independentista utilizó una institución milenaria como el Parlament como si fuera un patio de escuela. En las redes sociales, los ciudadanos lamentaron el “nivel de patio de escuela” de un “parlamento vacío de poder y competencias”.

El último episodio es el más grave, porque constituye una amenaza para la propia seguridad del Parlament. ¿Cómo puede alguien robar en una institución parlamentaria con total impunidad y sin que ni siquiera la Mesa exija responsabilidades? ¿Qué hubiera pasado si en lugar de una bandera hubieran robado documentos o información sensible?

Pérdida de credibilidad

Es significativo que el robo de una bandera española en el Parlament se haya producido en plena guerra de bandera. La que protagonizó la propia Anna Grau, sin ir más lejos, el pasado mes de noviembre. La presidenta del Parlament, Anna Erra, la expulsó de la tribuna por exhibir dos banderas, la catalana y la española.

Por otro lado, el decoro de los parlamentarios es necesario porque son representación de la ciudadanía y como tales tienen que ser su reflejo. Si los ciudadanos deben ceñirse a las normas y cumplir con unos deberes, ¿por qué no lo hacen así los políticos? Además, la crisis de prestigio del Parlament ahonda en la pérdida de credibilidad de los ciudadanos en la política y las instituciones.

Por si fuera poco, mientras los representantes políticos van erosionando su credibilidad y la del Parlament, siguen beneficiándose de sus privilegios. Este año han aumentado el gasto en asesores, y sigue sin resolverse la polémica de las dietas. Esto no hace más que alejar a los políticos y a las instituciones de los ciudadanos.

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