Pedro Sánchez prepara una crisis de Gobierno para salir reforzado
El presidente cree que ha llegado el momento de arriesgar para revertir la crisis instalada en la izquierda
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se diferencian en una cosa: el socialista va siempre un paso por delante ante los contratiempos, mientras que el líder del PP es más de verlas venir. Esto es lo que marca la diferencia entre un ganador y un perdedor, entre un político hábil con una sorprendente capacidad de resistencia, y otro que con todo a favor desaprovecha una oportunidad detrás de la otra.
La legislatura no ha empezado como Pedro Sánchez esperaba, después de haber hecho lo más difícil que era convencer a Carles Puigdemont para investirle presidente. Los casos de corrupción, el descontento popular, las difíciles relaciones con Junts, la crisis de Sumar y la dificultad para aprobar los presupuestos han llevado al Gobierno de coalición al límite. Pero Sánchez nunca arroja la toalla, y cree que la crisis por la gestión de la DANA puede ser el punto de inflexión para hacer cambios y salir reforzado.
Tras perder casi todo el poder territorial en las municipales de mayo, el año pasado, disolvió las Cortes y convocó elecciones anticipadas. Fue una decisión arriesgada, pero que le llevó a poder reeditar el Gobierno de coalición unos meses después. Tras estallar el ‘caso Koldo’ y las acusaciones de corrupción contra su mujer, sorprendió anunciando que se tomaba cinco días de reflexión para ver si dimitía. Aquello desató una oleada de solidaridad sin precedentes que le animó a seguir en el cargo y reforzó su liderazgo en el momento más crítico.
Cambios en el PSOE y en el Gobierno
Ahora que las cosas no andan bien por la Moncloa, Pedro Sánchez estaría preparando otro golpe ganador para salir reforzado de la crisis. No solo está en juego su Gobierno sino también su posición como secretario general del PSOE, después de la rebelión interna por el pacto con ERC por la financiación singular de Cataluña.
El “sacrificio” político de la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, ha sido un aviso a navegantes para los cambios que pueden venir próximamente. En una reunión informal con periodistas el pasado 12 de octubre, Sánchez reconoció abiertamente que tenía en mente hacer algunos cambios en el PSOE. Unos cambios que podría acometer aprovechando la inminente fecha del congreso federal, el último fin de semana de noviembre.
El presidente quiere transmitir la idea de una nueva etapa para acabar con las dudas internas sobre su figura en el PSOE, y afrontar con garantías lo que queda de legislatura. Lo más relevante es lo que pueda ocurrir en el Ejecutivo. Los cambios no afectarían a la primera línea, y nombres como María Jesús Montero o Santos Cerdán no están aparentemente en juego. En cambio, parece que el presidente podría apostar fuerte por Óscar Puente, que heredaría la vicepresidenta vacante de Teresa Ribera y se convertiría en el nuevo hombre fuerte del Gobierno.
Arriesgarse con el agua al cuello
De momento todo son especulaciones y, como sucede en estos casos, Pedro Sánchez guarda con mucho recelo sus movimientos hasta última hora. Lo que es evidente es que pese a haber retenido el Gobierno contra todo pronóstico, en el PSOE se ha instalado la sensación de un cambio de ciclo en negativo. Incluso el propio Sánchez parece agotado, y las encuestas señalan una ventaja cada vez mayor de la derecha.
¿Cómo revertir esta situación? Sánchez no es alguien que se quede esperando a verlas venir, como ha demostrado hasta ahora, y está convencido de que ha llegado el momento de asumir riesgos para dar un vuelco a la situación.
Los socialistas pesimistas dicen que solo serán cambios quirúrgicos, insuficientes para dar la vuelta a una situación que no tiene remedio. Ante esto vuelven a salir voces pidiendo un paso atrás, buscar un entendimiento con el PP para seguir teniendo influencia en un gobierno de coalición y evitar que Vox llegue al poder. Los socialistas optimistas confían en que los casos de corrupción se irán diluyendo, la alianza con Junts se fortalecerá, y dentro de tres años, en las próximas elecciones, Sánchez llegará con los avances sociales como aval a su gestión.
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