La oportunidad perdida de Catalunya En Comú
La continuidad de la dirección provoca malestar interno y compromete la regeneración del espacio
La asamblea general de Catalunya En Comú, este pasado fin de semana, ha sido de todo menos un congreso de regeneración. Pese a las promesas de relevo de los liderazgos, los dirigentes que han estado al frente de la organización estos últimos años seguirán en la ejecutiva nacional. Solo desaparece Ada Colau, aunque amaga con volver en las municipales de 2027, mientras que el resto, como Jéssica Albiach, Ernest Urtasun, Aina Vidal y Joan Mena, se mantienen aunque con distintos roles.
Jéssica Albiach fue la primera que, tras la derrota en las elecciones catalanas, abrió el melón de la necesaria renovación de la cúpula. Esto no se ha producido, y la falta de nuevos liderazgos compromete el futuro del espacio y abre una profunda crisis interna.
El malestar se ha hecho palpable en la asamblea, en la que solo el 46% de la militancia votó a favor de la gestión de la anterior dirección representada por Ada Colau, Jéssica Albiach y Candela López. Pese a las críticas planteadas durante las intervenciones, y al poco apoyo recabado en las votaciones, Candela López repite como coordinadora nacional, ahora en tándem con Gemma Tarafa. Jéssica Albiach seguirá en la ejecutiva aunque en un segundo plano, y mantiene su presencia institucional junto a David Cid.
Los Comuns han cerrado en falso la crisis abierta desde hace tiempo por la ruptura con Podemos y la pérdida de confianza de las bases y los electores. Pese a los discursos optimistas y el anuncio de una nueva etapa, los nuevos liderazgos brillan por su ausencia y tampoco se perciben nuevas ideas ni ningún cambio de rumbo en el proyecto. Una oportunidad perdida para sacudir el espacio de la izquierda transformadora, que sigue con los mismos problemas y con la lucha contra la extrema derecha como única propuesta.
No convencen ni a los suyos
La asamblea parecía más un paripé para avalar a la nueva dirección continuista que un verdadero congreso para someter a debate las ideas y el proyecto. Esto explica que pese a las críticas expresadas en el seno de la asamblea, la lista única de la nueva ejecutiva no fuera sometida a votación. Pero el aval de la gestión no llega ni al 50% de los votos, y ni la ponencia política sobre el rumbo que debe tomar la organización, ni la ponencia sobre los cambios estatutarios, han conseguido más del 78% de los votos.
Algo significativo teniendo en cuenta que en las últimas asambleas las votaciones habían conseguido un amplio consenso de la militancia. Este consenso se ha roto, evidenciando la fractura interna y la separación cada vez mayor entre las bases y una dirección que se resiste a dejar paso: se mantiene el 43% de la ejecutiva saliente.
Más allá de los nombres, en el congreso se han planteado críticas como que es la dirección quien decide lo que se debate, y que la democracia interna está desapareciendo a la misma velocidad que se descompone el proyecto. Se ha llegado a plantear el peligro de que, a este paso, el espacio acabe desapareciendo.
Más allá de los nombres, el congreso ha sido una oportunidad perdida porque no se han resuelto los problemas de fondo que arrastra el partido. Como la dicotomía entre morados (colauismo) y verdes (ICV), la redefinición de las relaciones con Sumar y Podemos, el peso excesivo de Barcelona En Comú, y la necesidad de crecer en el resto del territorio. La idea era salir reforzados de este encuentro con la mirada puesta en las municipales de 2027, y la sensación que salen más debilitades y cuestionados incluso por los suyos.
Nada nuevo que ofrecer
Buenos propósitos y autocrítica a medias, en esto podrían resumirse las intervenciones de los nuevos y no tan nuevos dirigentes de los Comuns. Ada Colau reconoció que han perdido la confianza de la calle y Candela López que tienen que mejorar la democracia interna y que están cada vez más lejos de su militancia. Pero más allá de las promesas vacía de contenido no han aflorado nuevas ideas que hagan pensar en una renovación para relanzar el proyecto.
Los Comunes siguen identificados con Ada Colau y su legado, y precisamente por eso se hizo una enmienda que no ha prosperado para cambiar el nombre de la organización. Tampoco han tenido éxito las peticiones de revisión de la alianza con Sumar, para ganar independencia de un proyecto, el de Yolanda Díaz, que va a la deriva. También hay malestar por la identificación de los Comuns como la muleta del PSC, pero más allá de las proclamas no hay una idea clara de cómo diferenciarse de los socialistas.
Los Comuns han perdido la oportunidad de reinventarse y ofrecer un proyecto nuevo e ilusionador en el saturado espacio de la izquierda catalana. Mal asunto para el futuro de la organización, en un panorama política catalán que sí está cambiando rápidamente.
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